Tras la nueva etapa que se abre con la muerte de Fidel Castro y la llegada de Donald Trump a la Presidencia de EE.UU. los opositores al regimen de la Isla parecen considerar que ha llegado el momento de pisar a fondo el acelerador de las reformas. No tanto en lo que se refiere a su vertiene política como, sobre todo, en la económica. Tras la nueva etapa que se abre con la muerte de Fidel Castro y la llegada de Donald Trump a la Presidencia de EE.UU. los opositores al regimen de la Isla parecen considerar que ha llegado el momento de pisar a fondo el acelerador de las reformas. No tanto en lo que se refiere a su vertiene política como, sobre todo, en la económica.
Así, la que es quizá la principal referencia opositora en la Isla, como es la web de noticias 14 y Medio, el proyecto liderado por la popular bloguera Yoani Sánchez, ha publicado un artículo de opinión en el que queda patente su decepción con la reciente visita al país caribeño del economista Joseph Stiglitz.
El Premio Nobel de Economía de 2001, y antiguo economista jefe del Banco Mundial, estuvo recientemente en La Habana para ofrecer una conferencia ante miembros de la Asociación Nacional de Economistas y Contadores de Cuba. Allí, trató temas macroeconómicos e hizo algunas recomendaciones al país reclamando precisamente una mayor apertura y liberalización.
Pero no la suficiente para todos a juzgar por el artículo que firma Pedro Campos en 14 y Medio, quien se queja amargamente de que el economista ‘estrella’ hablase «de la necesidad de un equilibrio en la economía entre las actividades del Estado, el mercado y la sociedad civil», ya que, a su juicio, es darle «parte de razón a los que han fracasado durante casi 60 años con sus políticas estatalistas».
Campos defiende, por el contrario, un periodo de desestatalización profunda que transforme el modelo cubano por completo al llevar los monopolios mercantiles y productivos a manos privadas. Una dirección que no es para nada aquella marcada por las autoridades cubanas que han repetido que no piensan renunciar al control del Estado sobre actividades estratégicas; pero que clarifica en todo caso que la disputa por el rumbo económico de la Isla parece destinada a polarizarse.
