La interrogante sobre la posibilidad de que el pollo desaparezca de los mercados de La Habana, en divisas o en moneda nacional, tiene preocupadas a unas cuantas amas de casa en Radio Bemba, ante noticias de que algunas empresas brasileñas dedicadas a la venta de aves fueron cogidas ‘in fraganti’ por los controles sanitarios. La interrogante sobre la posibilidad de que el pollo desaparezca de los mercados de La Habana, en divisas o en moneda nacional, tiene preocupadas a unas cuantas amas de casa en Radio Bemba, ante noticias de que algunas empresas brasileñas dedicadas a la venta de aves fueron cogidas ‘in fraganti’ por los controles sanitarios.
Para los cubanos no es ociosa la preocupación, pues Brasil no es el único país que vende pollos a la isla, pero allí se adquieren miles de toneladas cada año, y si algunas de las empresas caídas en desgracia son abastecedoras del mercado cubano, podría peligrar el abastecimiento en lo que se buscan nuevos proveedores.
Por lo pronto, no se nota escasez, ni tampoco compras compulsivas de los clientes, algunos de los cuales aseguran a Radio Bemba que «es preferible comprar otra cosa que un alimento en mal estado», aunque se dice que las multas obedecen a que los productores echaban agua al pollo, para que al congelarse pesara más de lo debido.
Ante este detalle no son pocos los que aseguran que «si el problema es ese no hay de qué preocuparse» y explican que «aquí no es nada nuevo que los pollos vengan con trozos de hielo que adulteran el peso» y aunque muchos culpaban a los carniceros del país sobre esa estafa, ahora caen en la cuenta de que «la gracia» venía desde más lejos.
