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Nuevo jarro de agua fría a las relaciones entre Cuba y EE.UU.

El Departamento de Estado de EE.UU. advirtió ayer a sus ciudadanos que harán bien en evitar viajar a Cuba. En principio, mientras se realizan las labores de recuperación tras el paso del huracán Irma por la Isla; pero que es imposible no interpretar en el contexto de las renovadas muestras de animadversión que se han producido entre los Gobiernos en las últimas semanas. El Departamento de Estado de EE.UU. advirtió ayer a sus ciudadanos que harían bien en evitar viajar a Cuba. En principio, mientras se realizan las labores de recuperación tras el paso del huracán Irma por la Isla; pero que es imposible no interpretar en el contexto de las renovadas muestras de animadversión que se han producido entre los respectivos Gobiernos en las últimas semanas.

Así, pese a que el nuevo comunicado del Departamento de Estado estadounidense hace referencia a los cortes de energía, agua o carreteras provocados por el Irma en el país caribeño; es significativo que este haya llegado ya después de que las autoridades cubanas declarasen que la normalidad ha comenzado a regresar a la Isla. Y de hecho, las operaciones áereas ya han sido restablecidas.

Por no hablar del cambio en la política de viajes entre los dos países anunciado por Trump en su discurso de inicio del verano en la ‘Little Havana’ de Miami y que ya ha implicado modificaciones en las instrucciones de la OFAC estadounidense. En definitiva, estamos ante una dinámica de progresivo enfriamiento en las relaciones entre los dos países cuyo mejor ejemplo son los extraños acontecimientos que han tenido en las últimas semanas en torno a la embajada estadounidense en La Habana.

Ya son 21 los funcionarios de la embajada afectados por problemas de salud cuya causa es desconocida, pero que incluyen una «variedad de síntomas físicos» como problemas auditivos en el personal diplomático y que fuentes anónimas del gobierno estadounidense han indicado a la agencia Associated Press que pueden estar relacionados con dispositivos de sonido que emiten ondas inaudibles que pueden causar sordera.

Aunque dichos incidentes comenzaron en el otoño de 2016, supuestamente se habían detenido la pasada primavera; pero se habrían reanudado este agosto. Una noticia que, sin embargo, no trascendió hasta que el pasado mes, el Deparamento de Estado anunció que había expulsado, a principios de este año, a dos diplomáticos cubanos de su embajada en Washington D.C.

La administración estadounidense señaló que las expulsiones eran una protesta por la incapacidad de las autoridades cubanas de cumplir el deber de proteger a los diplomáticos recogido en la Convención de Viena, pese a que Trump no ha responsabilizado a Cuba de estos incidentes. Y es que además de que el Gobierno cubano ha desmentido categóricamente su involucración en los hechos, los incidentes han afectado también a diplomáticos canadienses, país con excelentes relaciones con Cuba.

Pero con todo, fuentes de la administración Trump han señalado a la CNN que elementos del gobierno de Raúl Castro tuvieron que haber «facilitado» el «incidente» a cierto nivel, dado el fuerte control de la Seguridad del Estado sobre el país y la vigilancia a la que es sometido el personal diplomático en la Isla. De ahí la represalia diplomática y la escalada en las muestras de animadversión cuyo último capítulo protagoniza otra vez el Departamento de Estado con su nuevo anuncio.

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