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La administración Trump opta por asestar otro golpe al deshielo con la Isla

Ya había avisado el secretario de Estado, Rex Tillerson, que su país estudiaba un posible cierre de la embajada estadounidense en La Habana, y hoy se ha confirmado que EE.UU. reducirá su presencia diplomática en Cuba en más de la mitad, a causa, según la versión oficial, de los extraños sucesos que han causado afecciones a funcionarios de esa sede y a sus familiares. Ya había avisado el secretario de Estado, Rex Tillerson, que su país estudiaba un posible cierre de la embajada estadounidense en La Habana, y hoy se ha confirmado que EE.UU. reducirá su presencia diplomática en Cuba en más de la mitad, a causa, según la versión oficial de Washington, de los extraños sucesos que han causado afecciones a funcionarios de esa sede y a sus familiares.

«Hasta que el Gobierno de Cuba pueda asegurar a EE.UU. la seguridad del personal de Gobierno de EE.UU. en Cuba, nuestra embajada será recortada a personal de emergencia para minimizar el número de funcionarios expuestos al riesgo», ha señalado un miembro de alto rango del Departamento de Estado en declaraciones que recoge la agencia Reuters.

Pero además, EE.UU. ha vuelto a recomendar a sus ciudadanos que no visiten Cuba y esta vez ya sin el Irma como excusa, sino como derivada de la escalada de tensión diplomática. Y es que, como consecuencia de esta reducción de personal, «las operaciones rutinarias de visas están suspendidas indefinidamente», ya que el personal no esencial de la embajada también será retirado, así como todos los miembros de sus familias», según ha señalado la misma fuente.

Pero además, por si quedase alguna duda de hasta donde quiere llevar la administración Trump las consecuencias de su recomendación, dicha fuente a la que ha tenido acceso Reuters ha añadido que «como la seguridad de nuestro personal está en riesgo y no hemos sido capaces de identificar la fuente del ataque, creemos que los ciudadanos estadounidenses podrían estar también en riesgo y les advertimos que no viajen a Cuba».

Todo ello, pese a que el Gobierno cubano rechazó cualquier responsabilidad en el caso y está realizando una investigación junto a EE.UU. y Canadá (que también ha visto como funcionarios de su embajada han sufrido las mismas afecciones); y a que, en principio, el propio Trump ha aceptado la versión de las autoridades del país caribeño, si bien es cierto, que hasta el momento no se ha podido determinar la causa de los extraños sucesos.

No obstante, Tillerson había reiterado el martes al canciller cubano, Bruno Rodríguez, que su Gobierno tenía la responsabilidad de proteger a los diplomáticos y sus familias. Ya el pasado mes, el Departamento de Estado del país norteamericano había anunciado que, a principios de este año, expulsó a dos diplomáticos cubanos de su embajada en Washington D.C. como protesta por la incapacidad de las autoridades cubanas de cumplir el deber de proteger recogido en la Convención de Viena.

Y es que, pese a todo, fuentes de la administración Trump habían señalado a la CNN que elementos del gobierno de Raúl Castro tenian que haber «facilitado» el «incidente» a cierto nivel, dado el fuerte control de la Seguridad del Estado sobre el país y la vigilancia a la que es sometido el personal diplomático en la Isla.

Un factor, que unido a la animadversión de Trump hacia el regimen de la Isla y hacia todo lo que tenga que ver con su antecesor, ha provocado que nuevamente su administración haya optado por enfriar las relaciones con la Isla con esta medida que, sobre todo, asesta otro golpe a las políticas de apertura con La Habana emprendidas por el expresidente Barack Obama.

Y lo hace además orientando un golpe, en principio, diplomático al sector turístico; o lo que es lo mismo, allí dónde más daño puede causar en la economía de la Isla, dado el espectacular auge que se ha registrado en el país caribeño del turismo estadounidense desde que dio comienzo el ‘deshielo’ y se flexibilizaron las posibilidades de visitar Cuba desde EE.UU.

Algo que Trump ya había anunciado que iba a cambiar en su discurso de inicio del verano en la ‘Little Havana’ de Miami; y que si bien en lo relativo a las nuevas regulaciones de la OFAC no incluía cambios demasiado sustanciales, sí los está promoviendo a través de medidas más ‘colaterales’ como la anunciada hoy.

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