Cada vez que se acerca diciembre con su concurrido festival de cine latinoamericano, los habaneros comienzan a echar de menos los cines de barrio, que hace medio siglo atrás, de tantos que eran, hacían de la capital cubana una de las ciudades con más salas cinematográficas en el mundo.
Cada vez que se acerca diciembre con su concurrido festival de cine latinoamericano, los habaneros comienzan a echar de menos los cines de barrio, que hace medio siglo atrás, de tantos que eran, hacían de la capital cubana una de las ciudades con más salas cinematográficas en el mundo.
En las últimas décadas el deterioro de las instalaciones fue eliminándolos uno a uno y el golpe de gracia lo dio la crisis económica de la década de 1990 que barrio incluso con una buena cantidad de los incluidos en los circuitos de estreno, por lo cual acudir a las salas oscuras, que antes era una costumbre familiar, hoy es algo muy raro entre los jóvenes.
Solo quedan los importantes cines ubicados mayoritariamente en la calle 23, precisamente los que sirven de sedes al festival, y la ciudad apenas cuenta como algo ?nuevo? con el multicine Infanta, levantado con la concepción de un conglomerado de pequeñas salas que no acaba de satisfacer a muchos.
Los demás, o se convirtieron en ruinas, o han sido empleados en otros menesteres, en el mejor de los casos como sedes de grupos teatrales, mientras en radio bemba sigue la añoranza por los cines de barrio donde los pequeños asistían a las matinés del domingo y los novios se enamoraban, y todos, convencidos de que esos tiempos no volverán.
