Cuba alcanzó al cierre de 2017 la tasa de mortalidad infantil más baja de su historia, con 4,0 por cada mil nacidos vivos, y con ello mantiene por décimo año consecutivo ese indicador por debajo de 5 por cada mil bebés venidos al mundo.
Cuba alcanzó al cierre de 2017 la tasa de mortalidad infantil más baja de su historia, con 4,0 por cada mil nacidos vivos, y con ello mantiene por décimo año consecutivo ese indicador por debajo de 5 por cada mil bebés venidos al mundo.
Tal resultado, privativo de naciones del primer mundo, fue incluso inferior en las provincias de Sancti Spíritus (2,0), Pinar del Río (2,1), Camagüey (3,0), Holguín (3,3), Artemisa (3,7) y Ciego de Ávila (3,8), pero muestran tasas por encima Matanzas (5,7), Mayabeque (5,3), Guantánamo (4,7), Isla de la Juventud (4,7) Granma (4,7), Villa Clara (4,6), Cienfuegos (4,4), La Habana (4,4), Las Tunas (4,2), y Santiago de Cuba (4,0).
Así lo reportó la Dirección de Registros Médicos y Estadísticas de Salud, cuyos datos, no obstante ese éxito, dan cuenta también de algo que preocupa notablemente a las autoridades de la isla de cara al futuro, pues en el recién finalizado año ocurrieron 114.980 nacimientos, 1.892 menos que en el 2016.
Esa tendencia a la disminución de la natalidad, que se manifiesta desde hace bastantes años al tiempo que aumenta la expectativa de vida de la población, hace que la isla esté entre las naciones más envejecidas de América Latina y al cabo de unos años figurará entre las primeras a nivel mundial.
