El canciller cubano, Bruno Rodríguez, ha anunciado que el Gobierno del país caribeño ha modificado su política migratoria con el propósito de facilitar los viajes de la comunidad cubano-estadounidense a la Isla; pero también con la intención clara de enviar un mensaje político que contraste con las últimas medidas de la Administración Trump. El canciller cubano, Bruno Rodríguez, ha anunciado que el Gobierno del país caribeño ha modificado su política migratoria con el propósito de facilitar los viajes de la comunidad cubano-estadounidense a la Isla; pero también con la intención clara de enviar un mensaje político que contraste con las últimas medidas de la Administración Trump.
Así, tras las medidas del Gobierno de Trump de retirar y expulsar al personal diplomático de la embajada norteamericana en la Habana y al del consulado de Cuba en Washington D.C., respectivamente; Rodríguez ha querido dejar claro que su país «se abre mientras que EE.UU. cierra las oportunidades de viaje a los cubanos».
Las medidas tomadas ahora por Cuba suponen una ampliación de la reforma migratoria de 2013, que tuvo como principal medida la eliminación del permiso de salida para viajar al extranjero, y entrarán en vigor a partir del 1 de enero de 2018. De esta forma, se eliminará el trámite de habilitación del pasaporte para los más de 800.000 cubanos residentes en el exterior.
Del mismo modo, a partir de enero, se facilitará la ciudadanía a los hijos de cubanos nacidos en otros países y se eliminará el requisito de «avecindamiento» que les obligaba a pasar 90 días seguidos en Cuba para obtener su carné de identidad. También se permitirá el regreso a la Isla de aquellos que salieron ilegalmente de Cuba en los últimos años.
No obstante, hay que señalar que esta última disposición no beneficiará a quiénes lo hicieron por la base naval de Guantánamo o a los profesionales que desertaron de sus misiones oficiales en el exterior para emigrar a EE.UU. con el Programa Parole, abolido en enero de 2017, en la recta final del mandato de Obama.
Con todo ello, Cuba busca enviar un fuerte mensaje político de contraste entre su actitud y la de la nueva Administración estadounidense y, a su vez, entre ésta y la de su antecesor, Barack Obama, protagonista del ‘deshielo’ con la Isla. Asimismo, las medidas de las autoridades de la Isla también tiene una lógica económica.
Cuba busca también con la nueva política migratoria ayudar a mantener el crecimiento en el número de cubanoestadounidenses que visitan la Isla. E incluso ayudar a los más de 100,000 cubanos que se estima que se han quedado a medias en los trámites de reunificación familiar para poder instalarse en EE.UU.
Y es que después de la reducción de personal en la embajada de La Habana, ésta ha suspendido las visas a cubanos y, ahora, solo pueden solicitarse desde terceros países. Un trámite que, obviamente, obstaculiza el flujo de emigrantes a EE.UU. y, por tanto, la llegada de remesas desde este país a Cuba, donde constituyen una fuente de ingresos fundamental para la economía de la Isla.
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