ALARMA

El periódico Granma dio el «pitazo» con un artículo a página completa sobre el peligro que representa el ingreso al país de marihuana sintética enmascarada como inciensos para acompañar ejercicios de yoga o meditación, aunque quienes lo emplean lían la picadura en pitillos y su efecto se multiplica. El periódico Granma dio el «pitazo» con un artículo a página completa sobre el peligro que representa el ingreso al país de marihuana sintética enmascarada como inciensos para acompañar ejercicios de yoga o meditación, aunque quienes lo emplean lían la picadura en pitillos y su efecto se multiplica.

El amplio reporte dio cuenta de que desde 2011 se desarrollaron al menos 15 investigaciones sobre ciudadanos residentes en el extranjero que han intentado introducir esa variante de drogas en la isla y que ya hay cinco personas detenidas.

Con tono didáctico evidentemente destinado a muchos incautos en un país donde en realidad, en comparación con otros, el consumo de drogas es en cantidades poco significativas y la mayoría solo conoce del asunto por las películas americanas de mafiosos y las noticias de otras partes el planeta, el Granma advirtió que ahora «el producto» viene en una presentación comercial atractiva y se vende como picadura vegetal de plantas exóticas con aromas y propiedades terapéuticas, aunque en realidad se trata de drogas de diseño.

Pero como el cubano siempre anda buscándole las cuatro patas al gato y Granma es más que parco a la hora de abordar el tema de la droga cuando se trata de un problema doméstico, a muchos le llamó la atención o, sencillamente, lo consideraron como la confirmación de algo que viene dando vueltas desde hace tiempo a nivel de radio bemba.

«Si la prensa dice que hay tantas investigaciones y que por lo visto esas drogas pueden entrar al país como si tal cosa, es porque el problema es más grave de lo que la gente se piensa», opinó Evaristo, un viejo jubilado que lee hasta lo que el periódico no dice.

Y como el asunto se presta para los tópicos, Carlos Alberto, otro veterano que comparte con él las horas muertas, asegura que «eso está más claro que el agua. Nada más hay que ver a qué se dedican los muchachones que se reúnen casi todas las noches en el parque hasta el amanecer: Si no andan en eso ¿en qué entonces?».

Pero para muchos la cosa no es tan así y el problema de la droga lo asocian con la morralla de algunos barrios calientes donde toda la vida hubo quien fumó mariguana; o con las jineteras, sus chulos y algunos turistas que gustan de «meterse en camisa de once varas».

Sin embargo, otros están preocupados, como Carmen, quien siempre anda detrás de su hijo Yosvany, un muchachón de 17 años que, como la misma Carmen dice, «no para la pata en la casa aunque es buen estudiante y siempre saca notas de cien».

Pero resulta que en el pre donde estudia Yosvany, en el Nuevo Vedado, donde el que más y el que menos vive bien, hace poco se dio un caso en que unos cuantos alumnos se dedicaban, a la hora del receso, a consumir pastillitas y esas cosas en los baños.

El entretenimiento lo empezaron dos o tres, con sigilo, para que nadie se enterara; pero luego fueron sumándose más y más, y como ocurre casi siempre, los maestros al parecer estaban en babia.

Acceda a la versión completa del contenido