Después de soportar una intensa polémica durante varios meses, al final la presión de los círculos universitarios e intelectuales estadounidenses sobre Washington ha tenido éxito. El Departamento del Tesoro ha decidido liberar por completo la edición en todo el país de libros y trabajos científicos procedentes de Cuba, Irán y Sudán. A partir de ahora, las editoriales estadounidenses tendrán plena libertad de acción y no estarán obligadas a notificar a la Administración lo que van a hacer ni a esperar su permiso. Eso sí, siempre que el tipo de edición esté incluido en un amplísimo listado de actividades permitidas publicado esta semana. Pero los analistas califican este detallado inventario de intrascendente porque en la práctica no hay ninguna excepción. Las editoriales estadounidenses podrán por ejemplo pagar adelantos, realizar campañas de marketing y contratar trabajos. Estas fueron las tres prohibiciones concretas impuestas por Washington en el periodo preelectoral que desataron la polémica. La principal restricción, que sí se mantiene, prohíbe expresamente a los editores estadounidenses mantener relaciones con funcionarios del estado o agencias gubernamentales de los tres países implicados. Pero la regla no se aplica a las personas físicas. Después de soportar una intensa polémica durante varios meses, al final la presión de los círculos universitarios e intelectuales estadounidenses sobre Washington ha tenido éxito. El Departamento del Tesoro ha decidido liberar por completo la edición en todo el país de libros y trabajos científicos procedentes de Cuba, Irán y Sudán.
A partir de ahora, las editoriales estadounidenses tendrán plena libertad de acción y no estarán obligadas a notificar a la Administración lo que van a hacer ni a esperar su permiso. Eso sí, siempre que el tipo de edición esté incluido en un amplísimo listado de actividades permitidas publicado esta semana.
Pero los analistas califican este detallado inventario de intrascendente porque en la práctica no hay ninguna excepción. Las editoriales estadounidenses podrán por ejemplo pagar adelantos, realizar campañas de marketing y contratar trabajos. Estas fueron las tres prohibiciones concretas impuestas por Washington en el periodo preelectoral que desataron la polémica. La principal restricción, que sí se mantiene, prohíbe expresamente a los editores estadounidenses mantener relaciones con funcionarios del estado o agencias gubernamentales de los tres países implicados. Pero la regla no se aplica a las personas físicas.
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