Leonardo Padura presenta ‘Herejes’, un libro que invita a la reflexión

Aunque las novelas del escritor Leonardo Padura por diferentes motivos no se publican o se editan tardíamente en Cuba, en una especie de herejía esa ‘tradición‘ parece haberse roto con el lanzamiento en La Habana de su más reciente obra, ‘Herejes‘, presentada con la presencia del autor. Aunque las novelas del escritor Leonardo Padura por diferentes motivos no se publican o se editan tardíamente en Cuba, en una especie de herejía esa ‘tradición‘ parece haberse roto con el lanzamiento en La Habana de su más reciente obra, ‘Herejes‘, presentada con la presencia del autor.

Aunque no hubo divulgación previa, la Sala Villena de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba estaba repleta. Colegas, familiares, amigos y fans acudieron a una presentación que reafirmó lo que sucede cada vez más cuando se habla de un libro de este autor: no faltan las largas colas y el molote que arman quienes no quieren quedarse sin su ejemplar.

Los asistentes tenían tantas ganas de adquirir el tomo, que una buena parte salió de la sala a hacer fila ante las mesas de venta sin esperar a oír lo que Padura tenía que decir sobre su libro.

Padura habló poco, porque según él mismo afirma, lo que menos debe hacer un escritor es hablar de sus propias creaciones, y por ello cargó la mano al dedicar esta edición a una gran cantidad de personas, pero en especial al intelectual Jaime Sarusky, inspirador de la obra, y del cual aseguró que le enseñó “cómo un judío polaco podía ser más cubano que muchos cubanos”.

‘Herejes‘ -dijo- le tomó cuatro años de investigación y trabajo, y la definió como una novela polifónica, sin trabas, más bien con pasadizos que faciliten el diálogo, y sobre todo que invitan a reflexionar y a abrirse a nuevos universos. En particular destaca su intento de comprender a esa tribu urbana que despierta tanto prejuicio, los autodenominados ‘emos‘, bandas de jóvenes de apariencia estrafalaria y en cierta medida rebeldes sin causa, o con ella, que son hoy mirados con ojeriza, paradójicamente, por quienes antaño también fueron rechazados por sus mayores.

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