Mesa de venta con electrodomésticos y artículos del hogar en un mercado informal en La Habana
Las ferias organizadas por los gobiernos municipales son hoy el principal canal para acceder a productos básicos. Allí se venden desde alimentos hasta artículos de aseo o pequeños electrodomésticos. La cartilla de racionamiento apenas cubre una fracción de las necesidades y obliga a muchos a acudir, “a las buenas o a las malas”, a estos mercados improvisados.
Entre los puestos de frutas, detergentes o ropa importada, abundan las paradojas: azúcar refinada de Venezuela, azúcar morena de Brasil o pan rallado llegado del País Vasco. En un país que fue potencia azucarera, comprar azúcar importada se ha vuelto un símbolo de decadencia y dependencia.
La autarquía que alguna vez proclamó el Gobierno se ha transformado en un entramado de importaciones dispersas y ferias de subsistencia
La empresa estatal apenas se deja ver. En una reciente jornada, solo un camión de la heladería Coppelia ofrecía tinas de mantecado a precios inaccesibles para muchos. El resto del comercio lo sostienen cooperativistas y privados, con precios altos, pero al menos con producto.
Al margen de la vigilancia municipal florece un comercio paralelo. Sin permisos ni carpas, los vendedores clandestinos se mueven entre la multitud ofreciendo lo que el mercado formal no tiene: cigarros nacionales, cremas, dulces artesanales y hasta oro.
“Pago hasta 10.000 pesos el gramito de oro”, se escucha entre el bullicio. Es la versión caribeña de la fiebre del oro: una compra sin quilates ni comprobantes, basada únicamente en la confianza y la necesidad.
El gramo de oro en el mercado internacional ronda los 3.200 pesos cubanos, pero en la calle se ofrece a más del triple. La diferencia no solo refleja especulación: evidencia la búsqueda desesperada de un valor refugio ante una moneda nacional en caída libre.
| Concepto | Precio estimado oficial | Precio en el mercado informal |
|---|---|---|
| Oro (gramo, 24K) | 3.200 CUP | 10.000 CUP |
Mientras unos llenan el carrito en las ferias, otros apenas cargan un par de boniatos. Los precios bajan “en algo”, pero siguen fuera del alcance de muchos. El contraste se hace más visible en los parques de La Habana, donde la economía informal y el humor popular conviven como mecanismos de resistencia.
El 10 de octubre, día feriado por el inicio de las guerras de independencia, casi nadie trabaja, excepto los privados y cooperativistas, que no pueden darse el lujo de parar. Entre la necesidad y la inventiva, Cuba se reinventa cada día en sus calles.
La economía real ya no está en los ministerios, sino en las ferias y esquinas donde se compra con dinero, confianza o trueque
El “gramito” de oro es más que una transacción: es una metáfora del país. En la Cuba actual, donde el valor se mide más por la escasez que por la oferta, la economía popular demuestra que la supervivencia tiene su propio mercado… y su propio precio.
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