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PELIGRO EN LA MESA

Hace unos días Cacha, una vecina, se encontraba comiendo unas galletas de sal que su hija había acabado de comprar. Aunque era evidente la dificultad al masticar, parecía disfrutar el bocado cuando de pronto hizo una mueca horrible, contrajo el rostro con desesperación, de sus ojos brotaron sendas lágrimas, y Cacha terminó en el dentista. Hace unos días Cacha, una vecina, se encontraba comiendo unas galletas de sal que su hija había acabado de comprar. Aunque era evidente la dificultad al masticar, parecía disfrutar el bocado cuando de pronto hizo una mueca horrible, contrajo el rostro con desesperación, de sus ojos brotaron sendas lágrimas, y Cacha terminó en el dentista. El caso es que la vieja dio un mal paso, o mejor dicho, una mala mordida, y la durísima galleta, renuente a dejarse devorar, le aflojó uno de los pocos dientes «suyos» que le quedaban. En Radio bemba nadie se explica por qué en Cuba en la actualidad se producen las galletas más duras del mundo, no importa que sean de sal, de soda o de María, todas, sin excepción, parecen haber sido horneadas con cemento en vez de harina de trigo. Unos dicen que los panaderos se roban la harina, o la levadura, o la grasa, o los tres ingredientes al mismo tiempo, pero todo indica que el problema tiene una génesis más profunda, pues parece que son fabricadas con una receta única, porque lo mismo da que se vendan en CUC o en CUP, en una tienda de barrio o en las panaderías Sylvain (en CUC), en La Habana o en el pueblito más recóndito de la provincia de Guantánamo. Por eso, la causa no puede ser que un panadero se robe una libra de levadura por aquí y otro una tonelada de harina por allá. ¿Será acaso una conspiración para que la gente se vea obligada a comprar las exquisitas confituras que se venden en las shoping procedentes de España, Italia, México, Colombia y hasta el lejano Vietnam? O, por el contrario, ¿Una disposición secreta de las autoridades sanitarias para luchar contra la obesidad? Mientras tanto, el Ministerio de la Industria Alimenticia guarda el más absoluto silencio a pesar de que llueven las críticas en las asambleas de los gobiernos en los barrios (Poder Popular) y hasta en la prensa. Pero mientras no se descubra el misterio, lo más recomendable es no comer galletas, salvo que nos arriesguemos a terminar como Cacha, con un diente menos o una prótesis nueva.

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