REPASAR O NO REPASAR, ESE NO ES EL PROBLEMA

El sistema educacional cubano es uno de los grandes logros que ha exhibido el país. El sistema educacional cubano es uno de los grandes logros que ha exhibido el país. Con uno de los niveles de analfabetismo más bajos del mundo desde principios de la década de 1960; enseñanza obligatoria hasta el noveno grado y gratuita desde el preescolar hasta la universidad.

Durante décadas trabajar en el sistema nacional de Educación era un honor pues el educador era considerado como un eslabón esencial en la formación del “hombre nuevo” y la frase “Me hice maestro que es hacerse creador”, estaba casi al borde de ser una realidad.

Pero con la crisis que se destapó en la década de 1990 la educación se resintió, y si bien sigue manteniendo sus principios en cuanto a gratuidad y universalidad a todos los niveles, el deterioro general también invadió las escuelas, y los maestros, que en otro momento recibían un salario decoroso, se convirtieron en los más afectados, junto a otros profesionales, por laborar en un sector en el cual el acceso a los tan necesarios CUC no existe.

Había que buscar vías para la subsistencia y muchos emigraron a otros trabajos mejor remunerados o han buscado la fórmula de hacer “por la izquierda” lo que mejor saben: enseñar.

Muchos vieron como un alivio la aprobación, entre los dos centenares de actividades autorizadas para el ejercicio del trabajo privado, la aprobación de la licencia de “repasadores”, para aquellos con capacidad de ofrecer clases particulares para reforzar los conocimientos adquiridos por los muchachos en la escuela o brindar clases de idiomas y otros tipos de curso.

Sin embargo, la contradicción radica en que solo están autorizados para ejercer esa actividad los maestros jubilados u otros profesionales y no los educadores que están “en activo”.

En los últimos días se ha destapado una polémica al respecto luego que el diario Granma, en un amplio artículo, llamó a “poner límites” a la actividad de profesores que cobran por ofrecer repasos particulares, sin dedicarle el tiempo en el aula a sus propios estudiantes.

Tal crítica parece correcta, pues según Granma “estas acciones revelan la ausencia de una ética profesional y la pérdida de la función del maestro, quien tiene el deber de dedicarles tiempo a sus estudiantes, sobre todo a aquellos más rezagados en el aprendizaje”.

Datos del Ministerio de Trabajo y Seguridad Social indican que un total de 1,023 personas tienen licencia para laborar de manera privada como repasadores.

Según el rotativo, la existencia del maestro por cuenta propia llegó a convertirse en una figura importante para aquellos jóvenes preocupados por su preparación, y sobre todo para su familia”, pues muchos padres apelan a este recurso ante la imposibilidad, por falta de tiempo o de conocimientos, de ayudar a sus hijos en las tareas extraescolares.

Además, entre quienes se preparan para entrar en la universidad, siempre son necesarios estudios adicionales para pasar las pruebas de ingreso con las mejores notas, que es la única condición en Cuba para alcanzar la carrera deseada. Pero hay de todo, como en botica.

El diario en su artículo arremete contra algunos maestros que imparten clases pésimas a todos los niveles, incluso en las universidades y, en cambio, explican en los repasos lo que omiten en el aula, obligando así tácitamente a los alumnos a pagar por recibir los conocimientos a los que debe tener acceso gratuitamente.

En tal sentido apunta que por el repaso particular puede pagar todo aquel que lo necesite y tenga el dinero para ello (generalmente una hora de esas clases extras vale de 40 a 50 pesos cubanos) pero censura las actitudes que denigran “el prestigio de la educación cubana que se esfuerza por superarse”.

Lo que ha levantado ronchas es la omisión en el artículo periodístico, de algo que parece ser la raíz del problema, los bajos salarios. Un cambio en ese sentido podría cortar de cuajo el éxodo de profesionales y evitar que quienes están en activo, tengan que acudir a las clases “por fuera” para completar su sustento.

“Yo soy maestra y amo mi trabajo, pero ¿por qué no puede dar repasos particulares a aquellos que dicen necesitarlos y los pueden pagar? ¿Tendré que dejar el aula para entonces poder ofrecer esos repasos legalmente?” se queja Mirna una maestra que se ha mantenido firme frente a su clase incluso en los duros años del Periodo Especial.

Muchas personas incluso, aplaudieron la reciente apertura en cuanto a considerables aumentos salariales a los deportistas, pero han advertido que también algo similar debería ser aprobado para los trabajadores de la Salud y la Educación, dos sectores “estratégicos”.

Sobre eso, Cheo, un asiduo de la peña beisbolera que cada día se monta en el parque Central aseguró lapidariamente: “Los deportistas traen muchas medallas para el país, pero quienes más glorias le han dado a Cuba son los médicos y los maestros, en ellos hay que pensar”.

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