Las recientes prohibiciones, o limitaciones, impuestas por el Gobierno cubano a algunos cuentapropistas que ‘funcionaban‘ sin la documentación precisa (vendedores de ropa y empresarios de pequeñas cafeterías en las que se exhibían películas en 3D) suenan al regreso de una vieja táctica de la cúpula cubana que consiste en dar un paso para adelante y luego dos hacia atrás. Las recientes prohibiciones, o limitaciones, impuestas por el Gobierno cubano a algunos cuentapropistas que ‘funcionaban‘ sin la documentación precisa (vendedores de ropa y empresarios de pequeñas cafeterías en las que se exhibían películas en 3D) suenan al regreso de una vieja táctica de la cúpula cubana que consiste en dar un paso para adelante y luego dos hacia atrás. Y, desde luego, no pueden percibirse de ninguna manera como un avance. Hasta da la sensación de un regreso a los viejos y ancestrales temores hacia cualquier actividad no regulada hasta la asfixia que caracterizaron al régimen castrista.
A la vez, esta decisión pone de manifiesto una vez más, la existencia de tensiones en las estructuras del poder cubano. Un entorno, por cierto, distinto del de ese Gobierno de dimensiones oceánicas, donde la discrepancia, sin embargo, no existe. Sí hay divisiones en la cúpula del poder, entre un grupo partidario de darle espacio a los ciudadanos para que busquen una salida y se aseguren su supervivencia económica y otros que parecen aferrarse a las viejas consignas sin darse cuenta de que el futuro se construye mirando hacia delante y no hacia atrás. Ahora parecen haber ganado estos últimos, pero no es menos cierto que se trata de una prohibición que afecta a iniciativas que ofrecen servicios que la sociedad demanda y que el Estado cubano no es capaz de suplir. Sobre todo, en el caso de esas tiendas de ropa y menaje del hogar que tan populares se han hecho en los últimos tiempos.
Por eso, tal vez, baste con recurrir a los impuestos para resolver el asunto. Impuestos que, por cierto, no son desconocidos para Cuba. De hecho, el emergente fisco ha demostrado una absoluta contundencia a la hora de recaudar lo correspondiente a las distintas actividades que realiza la iniciativa privada en el país. Así que queda por ver si este reciente anuncio sólo constituye un paréntesis en la actividad de los ‘cuentapropistas‘ afectados que se soluciona con el correspondiente impuesto o si significa la victoria de los nostálgicos del monolitismo estatal de tiempos pasados.
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