Una hogera encendida en una calle de Cuba durante un apagón. (Foto: Nick Kaiser - dpa)
«En el día de ayer (miércoles) se afectó el servicio eléctrico en La Habana 24:00 horas. (…) Fueron afectados los 6 bloques», informó la Empresa Eléctrica de La Habana en su canal en Telegram, vía por la cual divulga cuáles áreas (denominadas bloques) serán afectadas por apagones.
Justo cuando el presidente cubano, Miguel Díaz-Canel, realizaba un recorrido por la central termoeléctrica Diez de Octubre, en la provincia de Camagüey (este), buena parte de La Habana se encontraba sin servicio eléctrico debido a la «baja disponibilidad de generación».
La Unión Eléctrica de Cuba (UNE) achacó tal situación a averías, la salida de una unidad de generación de la central termoeléctrica Máximo Gómez y también de otra unidad en la planta Energás Boca de Jaruco (ambas en la región oeste de la isla).
En tanto, la rotura en una subestación de la capital cubano dejó en apagón a tres municipios de los más populosos de La Habana: Diez de Octubre, Cerro y Boyeros.
La UNE pronosticó que el jueves comenzarán a tributar nuevamente al Sistema Eléctrico Nacional varias plantas generadoras, pero hay siete bloques sin aportar energía y se mantendrá el «alto déficit».
Semáforos de importantes intersecciones de avenidas capitalinas dejan de funcionar en medio de los apagones y el tráfico «se pone imposible» en el Vedado (céntrica zona habanera) y toda la Calzada de Diez de Octubre, contó a la Agencia Sputnik el chofer Aníbal Alonso, que emplea su viejo Chevrolet como taxi.
Cuando llegó a su casa en el municipio Arroyo Naranjo, ubicado en la periferia de esta capital, los vecinos le confirmaron que habían tenido sólo cuatro horas de corriente durante toda la mañana y la tarde del miércoles, y el jueves amaneció sin corriente pues la quitaron desde la madrugada, dijo el veterano conductor.
Esta semana, las madrugadas de apagón son el tema que ocupa las conversaciones de los habaneros en las paradas de autobuses, en las largas colas para comprar alimentos y hasta en las redes sociales, el espacio que han encontrado muchos cubanos para manifestar sus quejas e inconformidades.
Los apagones son aún más prolongados en las provincias del centro y el este de la isla, que durante meses solo reportan unas cuatro o tres horas de servicio eléctrico cada día, lo cual ha paralizado actividades económicas como el turismo.
Por ejemplo, la provincia Sancti Spíritus tenía una gran tradición de turismo de ciudad: sus calles y edificaciones coloniales atraían a viajeros europeos y de otros lugares, pero en los últimos dos años se perdió ese flujo, relató a Sputnik la joven Yaquelín Leyva, dueña de un pequeño hostal.
«Muchos como yo, que tenían negocio de alquiler de habitaciones, hemos tenido que cerrar porque ya no viene nadie», se lamentó Leyva.
Además de apagones, el país enfrenta problemas con el abastecimiento de agua: tras el colapso de una de las principales conductoras de agua, llamada Cuenca Sur, la mayor parte de La Habana quedó sin recibir una gota.
Si bien la empresa Aguas de La Habana informó el domingo que se habían sustituido más de 250 metros de tuberías de 78 pulgadas, otras secciones que presentaban «un importante debilitamiento» colapsaron y no se pudo reestablecer el servicio, lo cual comenzó a ocurrir a partir del martes.
Clientes residentes en Plaza de la Revolución, Diez de Octubre, Cerro, Centro Habana, Habana Vieja y parte de Boyeros (seis de los 15 municipios de la capital cubana) quedaron durante casi una semana sin recibir agua.
Este jueves, Aguas de La Habana informó de otra avería, esta vez en la Planta de Palatino, y señaló que continúan con «los trabajos en Cuenca Sur» por lo que se verán afectadas algunas operaciones de bombeo del líquido, mientras priorizan el servicio en hospitales.
Además, la falta de electricidad también ha interrumpido las operaciones de bombeo durante toda la semana, aunque el agua ha comenzado a llegar a varias de las zonas más afectadas por la rotura en la Cuenca Sur, precisó la entidad.
Mientras tanto, los habaneros siguen vigilando los grifos con la esperanza de que cuando llegue el agua, no le corten la corriente y puedan realizar labores tan sencillas y cotidianas como usar la lavadora eléctrica para dejar limpia la ropa.
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