Eduardo TORRES Director de la Biblioteca Nacional de Cuba José Martí

En declaraciones a Prensa Latina, el director de la Biblioteca Nacional de Cuba José Martí, Eduardo Torres Cuevas, asegura que Latinoamérica y el Caribe pueden aportar una experiencia y unos resultados históricos precisos y esperanzadores al proceso de diálogo de civilizaciones y de integración de culturas. De hecho, en opinión de este prestigioso historiador, la fuerza integradora del Caribe como mar unitario ha permitido que determinados grupos étnicos que viven en permanente conflicto en algunas zonas de Africa se hayan mezclado por completo hasta llegar a crear una nueva realidad cultural y social en el subcontintente con plena identidad propia. En declaraciones a Prensa Latina, el director de la Biblioteca Nacional de Cuba José Martí, Eduardo Torres Cuevas, asegura que Latinoamérica y el Caribe pueden aportar una experiencia y unos resultados históricos precisos y esperanzadores al proceso de diálogo de civilizaciones y de integración de culturas. De hecho, en opinión de este prestigioso historiador, la fuerza integradora del Caribe como mar unitario ha permitido que determinados grupos étnicos que viven en permanente conflicto en algunas zonas de Africa se hayan mezclado por completo hasta llegar a crear una nueva realidad cultural y social en el subcontintente con plena identidad propia.

-¿En qué ha consistido su participación dentro del Foro Mundial Diálogo de Civilizaciones que se ha ha celebrado en la ciudad de Rodas?

-Creo que iniciativas como la de este Foro Mundial Diálogo de Civilizaciones que se ha celebrado aquí en Grecia, en Rodas, son interesantes y reveladoras de las muchas cosas que se comparten y de la capacidad histórica de los pueblos de integrarse. Mi intervención aquí ha consistido en relatar las experiencias de los pueblos de Latinoamérica y cubana dentro de ese contexto. Lo cierto es que siempre, tanto Latinoamérica como el Caribe, pueden realizar importantes y cuantiosas aportaciones al diálogo de las civilizaciones y a la mezcla de las culturas que se produce como consecuencia en estos procesos. Latinoamérica es, si se me permite la comparación, como el Mediterráneo del continente americano, el lugar en el que se produce la convergencia de muchas culturas en un espacio terrestre y marítimo, donde el mar sirve para comunicar a las persona y no para aislarlas. Por eso, Nuestra América, como la llamó el héroe nacional cubano, José Martí, puede aportar a este proyecto muchas cosas que surgen de la experiencia histórica.

-¿Cuáles son las características de Latinoamérica y el Caribe que usted señalaría como propiciadoras de los procesos de diálogo e integración entre culturas y civilizaciones distintas?

-En primer lugar estaría el Caribe y su fuerza integradora, que ya explicó con detalles el científico alemán Alejandro de Humboldt. Y esa circunstancia y esa riqueza han permitido que aquellas diferencias que en Africa han configurado grupos de etnias separadas, o rivales inclusive, en América devinieran en una mezclas inseparables. En algo nuevo que contiene algo de todas ellas. Esas mixturas fueron y son básicas en la evolución de ese Caribe cultural al que me refería antes, y que le ha permitido pasar por encima del colonialismo y del neocolonialismo. Hubo momentos delicados en que esa cultura logró abrirse paso en un ambiente aparentemente poco propicio para que lo consiguiera. Y lo hizo mediante la conquista de los espacios necesarios para que se sintiera su presencia, a pesar de que tuvo que ganárselos en cada momento y nunca tuvo acceso con facilidad a las posibilidades que permitieran que su presencia fuera percibida en la medida de lo que merecía o era, simplemente, lo justo.

-¿Qué podrían aprender los habitantes de otras zonas del mundo, en permanente conflicto, de las experiencias integradoras de culturas de Latinoamérica y el Caribe?

-La gran aportación que nuestra historia y nuestro presente pueden hacer reside en la capacidad que tienen Latinoamérica y el Caribe de poder unirse, de salvar fronteras, a pesar de la existencia de grandes estructuras sociales que tienden a dividir a las personas y a los pueblos. Esta realidad histórica es muy importante para algunas sociedades que están fuertemente estratificadas, y siguen funcionando con un lastre histórico más fuerte a veces que la propia realidad contemporánea. Son obstáculos difíciles de salvar que pueden incluso destruir proyectos de desarrollo social a partir de los limites que ofrecen los viejos esquemas creados alrededor de núcleos culturales cerrados que son, y siempre han sido en esencia cerrados. América Latina es un espacio siempre abierto y de ello resulta una gran experiencia que evitaría prejuicios e incluso guerras en otras partes del mundo. Las fuerzas creadoras, los sectores populares son más fuertes que las fronteras, a la larga artificiales, y esa es la experiencia nuestra.

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