Osvaldo MARTINEZ Presidente de la Comisión Económica del Parlamento de Cuba Cubano de Inmunología Molecular

En declaraciones a la agencia Prensa Latina, el presidente de la Comisión de Asuntos Económicos de la Asamblea Nacional del Poder Popular, Osvaldo Martínez, asegura que la derrota sufrida por Washington en su intento de construir el Area de Libre Comercio de las Américas (ALCA) no ha hecho a EEUU desistir de su propósito final que sería conseguir la consolidación en el subcontinente del neoliberalísmo económico. Según Martínez, lo que ocurre es que la Cas Blanca ha encontrado otro camino para llegar al punto de destino que siempre deseó: los tratados de libre comercio bilaterales que no serían otra cosa que una nueva estrategia para reflotar una vieja idea. En declaraciones a la agencia Prensa Latina, el presidente de la Comisión de Asuntos Económicos de la Asamblea Nacional del Poder Popular, Osvaldo Martínez, asegura que la derrota sufrida por Washington en su intento de construir el Area de Libre Comercio de las Américas (ALCA) no ha hecho a EEUU desistir de su propósito final que sería conseguir la consolidación en el subcontinente del neoliberalísmo económico. Según Martínez, lo que ocurre es que la Cas Blanca ha encontrado otro camino para llegar al punto de destino que siempre deseó: los tratados de libre comercio bilaterales que no serían otra cosa que una nueva estrategia para reflotar una vieja idea.

-¿Cuál es su opinión sobre el nuevo modelo de implantación del ALCA que implementa ahora EEUU y que está basado especialmente en los tratados de libre comercio bilaterales?

-Yo creo que es importante rechazar la nueva mutación que se ha producido en lo que iba a ser el Area de Libre Comercio de las Américas (ALCA) y que ahora intenta relanzarse por la vía de tratados de libre comercio (TLCs) que sólo son, en realidad una condensación del modelo económico neoliberal. Para mi es evidente que, a pesar de los cambios y los matices, esos tratados mantienen mantienen su esencia, basada en el saqueo y la dominación. Y esa opinión no varia tanto si hablamos de pactos comerciales con Europa o EEUU. El objetivo final parece ser encerrar a los países latinoamericanos en el estrecho espacio de los tratados de libre comercio, lo que provoca el disfrute de los consorcios multinacionales, con el más puro y dogmático neoliberalismo. Lo cierto es que, el ALCA, como tal ha fracasado sin lugar a dudas, pero la estrategia de dominación se mantiene intacta, aunque haya tenido que adaptar otras formas y variantes para buscar una implantación que no ha conseguido con facilidad.

-¿Cuáles son los factores que han contribuido a que EEUU haya aplazado el ALCA?

-La derrota del ALCA, en su concepción original se ha producido por una serie de factores, entre los que yo destacaría la propia lucha de la campaña llevada a cabo en el subcontinente contra ese plan estadounidense y también las movilizaciones y marchas de los movimientos sociales, junto a la firme posición de algunos gobiernos de la región. Pero, como he dicho antes, aún es necesario estar alerta porque ese viejo proyecto, aparentemente aparcado tiene un nuevo rostro que consiste, por ejemplo, en los ocho tratados de libre comercio que ha firmado EEUU con países de América como Canadá, México, Chile, la República Dominicana y toda Centroamérica menos Costa Rica. Y eso se produce durante un año, el recién terminado, que fue un periodo de derrotas y desgaste político para Washington, hundido en el pantano de la guerra de Irak, con más de 3.300 muertos y un enorme derroche de gasto militar, sin establecer ningún orden sostenible y una creciente oposición mundial. A ello se suman el fracaso del ALCA y las derrotas que representan tanto Cuba como la consolidación del proyecto venezolano.

-¿Qué opina del proyecto que ha presentado el presidente Bush sobre la elaboración de biocombustibles?

-Para mi esta claro que esa propuesta tiene un impacto negativo evidente sobre la soberanía alimentaria de los países del sur. El plan de Bush entraña un conflicto entre la alimentación de los humanos y el combustible que se necesita para que los automóviles circulen, en momentos en los que hay 800 millones de personas hambrientas en el mundo. Yo pienso que el destino de nuestros pueblos no puede ser producir alimentos para que estos se hagan cada vez más caros y lejanos para los necesitados y alargar un patrón insostenible y suicida. Hay muchas facetas oscuras y amenazadoras en la propuesta de Bush sobre biocombustibles. Y, sin embargo, sobre nuestros pueblos cae hoy un diluvio de propaganda. Me parece especialmente lamentable que una organización de prestigio como la FAO parezca haber contraído la fiebre del etanol como se deduce de un comunicado emitido el 26 de abril, en el que se asegura que la proporción de la demanda de energía para el transporte cubierta por biocombustibles no afecta de manera considerable a la seguridad alimentaria.

Acceda a la versión completa del contenido