A los cubanos, con muchas tradiciones de la cocina española en su haber, les encantan los garbanzos, un plato de lujo porque para prepararlo como Dios manda, dicen, “hay que echarle todos los hierros”, algo que no está al alcance de muchos bolsillos.
Pero históricamente los garbanzos llegaban desde el exterior porque en la isla “no se daban”, aunque nadie sabe cómo, ni cuando, ni quién rompió el maleficio y hoy se pueden comprar los de importación en las shopping, pero no faltan en los mercados agropecuarios los cosechados en el país, que son pequeños, pero de buen sabor y con la ventaja de ser más baratos.
Ahora, en la provincia oriental de Holguín, considerada uno de los graneros del país, bajo la mirada rigurosa de ingenieros y técnicos agropecuarios se evalúa la introducción de nuevas variedades con el objetivo de extender el cultivo, aumentar su producción en todos los municipios de ese territorio e incluso buscar líneas que admitan sembrarlo en diferentes épocas del año, según explican los especialistas.
Quizá con ello se logre ampliar los surtidos de los mercados e incluso bajar los precios del grano, que son mucho más altos que los del frijol negro, el más demandado en la cocina tradicional cubana.
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Buscan aumentar la producción de garbanzos
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