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Crónicas habaneras

Algún comentarista de Radio Bemba ha sugerido en estos días que quizá fuera bueno preguntarle a la Iglesia católica si hay alguna posibilidad de que Carlos Alberto Montaner, quizá el político exiliado más denostado tradicionalmente por los hermanos Castro, pueda darse un garbeo por La Habana uno de estos días. ¿Dejará Raúl entrar en Cuba a Montaner?

Algún comentarista de Radio Bemba ha sugerido en estos días que quizá fuera bueno preguntarle a la Iglesia católica si hay alguna posibilidad de que Carlos Alberto Montaner, quizá el político exiliado más denostado tradicionalmente por los hermanos Castro, pueda darse un garbeo por La Habana uno de estos días.

Cosas más raras se han visto, explica el mismo analista callejero. Y podría ser, porque quienes sí han estado aquí, después de casi 20 años han sido Carmelo Mesa Lago, destacado componente del exilio moderado de Miami, y el vicerrector de Harward Jorge Domínguez. Ambos han recibido el visado correspondiente, aunque a Mesa se le negó en primera instancia, para participar en los seminarios que se han organizado en coincidencia con la visita a la Isla del ‘cuarto hombre’ en la actual jerarquía del poder del Vaticano, el canciller Dominique Mambretti.

El Gobierno de Raúl parece dispuesto a conceder a los hombres del cardenal de La Habana, Jaime Ortega, la posibilidad de emitir los certificados de idoneidad para los miembros de la oposición que pueden participar en ese proceso de ‘diálogo entre cubanos’ que ya tiene nombre e ideólogo, la iniciativa Casa Cuba y Carlos Manuel de Céspedes. Esos nombres sustituyen a otros que también jugaron en el pasado algún papel dentro de las opciones políticas que apoya Roma. Como Osvaldo Payá y su ‘Proyecto Varela’. Pero Payá ya no cuenta, hasta el punto de que Monseñor Mambretti ni siquiera le ha visto durante su viaje a la Isla. Ni a ningún otro opositor interno. ¿Será el precio a pagar? Eso es lo que opinan mayoritariamente los locutores de Radio Bemba. Pero también pueden equivocarse.

Otras versiones creen que la Iglesia católica, simplemente, se limita a aprovechar la ocasión y a hacer evidente que es la única instancia instalada en la sociedad civil cubana que, fuera de los círculos oficiales y del entorno del Partido Comunista, tiene una articulación cierta y contrastable en todo el país. No existe ninguna otra alternativa. De hecho, como comentan algunos diplomáticos europeos que realizan su trabajo en La Habana, una parte de la estrategia aplicada por los hermanos Castro en la Isla, durante las últimas cinco décadas se relaciona con la demolición controlada de cualquier atisbo de integración social o asociacionismo. De hecho, prácticamente ni siquiera existe, por ejemplo, alrededor de los clubes deportivos, muy populares en la Isla, algo parecido a las peñas españolas.

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