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Es el año de la lucha contra la corrupcion

En 15 días...

La primera parte de este año 2010 será recordada por los ciudadanos de Cuba, con toda probabilidad, como los meses en que se intensificó al máximo el programa de lucha contra la corrupción que impulsa el Gobierno de la Isla desde siempre y que ha adquirido mayores dimensiones desde que Raúl Castro ocupó formalmente la presidencia del país. La primera parte de este año 2010 será recordada por los ciudadanos de Cuba, con toda probabilidad, como los meses en que se intensificó al máximo el programa de lucha contra la corrupción que impulsa el Gobierno de la Isla desde siempre y que ha adquirido mayores dimensiones desde que Raúl Castro ocupó formalmente la presidencia del país. En estos meses, más de un millar de empresas públicas se han visto invadidas por decenas de auditores, supervisores y controladores de distinta especia que deben encargarse de que se instaure, de una vez por todas, la disciplina en el manejo de las cuentas. Desde la calle se insiste, sin embargo, en que este ejército de las buenas prácticas quizá tenga una intención loable, o quizá no, pero, desde luego, lo que va a tener más que complicado es cumplir con los objetivos que le han encomendado. Sobre todo porque existe una desproporción evidente, y con tendencia a aumentar, entre los salarios reales y los precios de los productos que constituyen la canasta de supervivencia mínima necesaria.

Motivo por lo que el diferencial existente debe cubrirse con la ‘resolvedera’, esa palabra que es, en realidad, un eufemismo para designar los robos a pequeña escala. Y, en fin, ya necesitados de resolver lo básico, el cubano resuelve también unos litros de gasolina para su coche o unos cuántos pesos adicionales para costearse la cerveza del domingo. En paralelo, esa corrupción con causa aparece también en las explicaciones paraoficiales que suelen acompañar a las destituciones de ministros y altos cargos que se llevan a cabo y que, últimamente, proliferan. Las dos últimas, por cierto, han afectado a un ministro de Transporte, Luis Sierra, designado en su momento por el propio Raúl y que había conseguido inicialmente convertirse en una de las estrellas del Gabinete por sus buenos resultados y a Luis Manuel Avila, un ministro del Azúcar que no contó jamás con medios suficientes para mejorar la gestión que ha realizado. Tras su sustitución, la Isla ha consolidado ya algunos récords que poseía como gozar del honor de ser el que más años suma de todo el orbe conocido. O también forjar una primera línea de poder en su sobredimensionado Ejecutivo de 33 miembros en la que hay 10 altos cargos militares, el benjamín de los cuáles, Ulises Rosales del Toro, tiene 67 años.

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