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Gente, gente, gente

El popular cantautor salvadoreño Álvaro Torres llegó casi sorpresivamente a La Habana con la promesa de ofrecer dos grandes conciertos que “levantaron rochas” entre muchos de sus fans, que se quedaron con ganas de verlo y escucharlo. El popular cantautor salvadoreño Álvaro Torres llegó casi sorpresivamente a La Habana con la promesa de ofrecer dos grandes conciertos que “levantaron rochas” entre muchos de sus fans, que se quedaron con ganas de verlo y escucharlo.

Torres llegó a La Habana con su banda –en la que casi todos los músicos son nacidos en la isla- que se sumó a la Orquesta Sinfónica Nacional, dirigidos por Enrique Pérez Mesa, para ofrecer los dos conciertos en el teatro Lázaro Peña con aforo para unos 3.500 espectadores.

El intérprete de 59 años confesó:“desde la primera vez que vine pude comprobar que humildemente soy parte de la historia de muchos de ustedes, eso me hace muy feliz y me honra”.

Sobre la influencia de la música cubana en su carrera, comentó que desde pequeño escuchaba a Vicentico Valdés, Benny Moré y Celia Cruz, entre otros grandes del pentagrama popular, y su acercamiento más reciente ha sido con intérpretes como Francisco Cés-pedes y Juana Bacallao, toda una institución en los cabaret de La Habana. En su extensa y prolífica carrera, ha ubicado numerosos temas en las listas de éxitos latinoamericanas, y ha obtenido numerosos discos de oro y platino.

Sin embargo, la visita ha dejado cierto regusto de inconformidad en muchos e sus admiradores, en primer lugar, porque el Lázaro Peña, si bien es una de las salas más grandes de la capital, no lo es tanto como el Karl Marx, y tratándose de un músico tan popular entre los cubanos, afirman que lo más lógico es que su actuación pudo haber sido ser disfrutada por la mayor cantidad de espectadores posible.

Pero lo que más protestas levantó es que las entradas se agotaron en un dos por tres, y los funcionarios del Lázaro Peña alegaron que no vendieron ni una sola, sino que fueron repartidas en algunos centros de trabajo.

Los que se quedaron con las ganas se preguntan qué requisitos determinaron tal privilegio, cuáles fueron los centros escogidos y qué características especiales debían reunir para ganarse el boleto al espectáculo. A las protestas se sumó la prensa porque en los medios de prensa se afirma que solo unos pocos periodistas, contados con los dedos de una mano, fueron convocados a la conferencia de prensa con el músico salvadoreño.

Al cierre de esta nota se rumoreaba que habría un tercer concierto, parece que para aplacar ánimos y permitir a un mayor número de fans enamorarse a coro junto al mismísimo Álvaro Torres.

Mariela Castro, quien es famosa en Cuba por lo que hace, pero más por lo que dice llevando el apellido que lleva, ahora acaba de saltar de nuevo a los titulares de la prensa por una entrevista a un medio de Miami en la que habla de algunas intimidades de la vida familiar junto a su padre, el presidente Raúl Castro, y su tío, el Comandante Fidel Castro.

En la entrevista reveló algo que sucede hasta en las mejores familias, pero que al parecer algunos por ahí piensan que en la de ella es algo imposible: “¿En qué familia no hay contradicciones? Que no hay contradicciones entre padres e hijos, imposible”.

Y admitió que con su padre ha tenido “contradicciones” que han llegado a que durante días casi no se dirigieran palabra alguna entre ambos, aunque sin llegar a tener “conflictos”.

Mariela, de 51 años y directora del Centro Nacional de Educación Sexual (Cenesex) declaró: “aunque en un proyecto estemos de acuerdo dentro de lo que pensamos de ese proyecto, no estamos de acuerdo con todos los elementos ni pensamos la misma manera de hacerlo, pero eso no quiere decir que haya un conflicto entre nosotros”.

Añadió que con Raúl Castro “a veces nos hemos dejado de hablar; y aunque a veces han pasado muchas cosas que no te puedes imaginar, nos queremos, nos respetamos y buscamos el momento oportuno para volvernos a reconciliar y tener los mismos puntos de vista”. “El vínculo familiar para mí no puede ser un peso que me aplasta, al contrario, tiene que ser algo que me engrandece y es como yo lo vivo”.

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