En declaraciones a Prensa Latina, José Angel Pérez García, experto en Economía del Centro de Investigaciones de la Economía Mundial de Cuba (CIEM), asegura que la Alianza Bolivariana para los pueblos de Nuestra América (ALBA) es un mecanismo de integración económica cuyos programas de apoyo a la población más desfavorecida de los países miembros es vital. En declaraciones a Prensa Latina, José Angel Pérez García, experto en Economía del Centro de Investigaciones de la Economía Mundial de Cuba (CIEM), asegura que la Alianza Bolivariana para los pueblos de Nuestra América (ALBA) es un mecanismo de integración económica cuyos programas de apoyo a la población más desfavorecida de los países miembros es vital. Para Pérez García, sin embargo, la posibilidad más que cierta de que la actual depresión continúe en los próximos meses significa un reto en el que la alianza tendrá que demostrar su capacidad de resistencia a la adversidad y donde hará más falta que nunca que los proyectos puestos en marcha funcionen.
-¿Puede el ALBA ser un ‘arma’ contra la crisis económica global?
-La Alianza Bolivariana para los pueblos de Nuestra América (ALBA) es un instrumento que permite que nos enfrentemos mejor a la actual crisis económica global, por estar asociados a proyectos sociales y no puramente comerciales. La unión nos hace fuertes. Además, los resultados del 2009 nos indican la necesidad de trabajar mucho más en el blindaje económico de los miembros del ALBA, en cambios estructurales que permitan fortalecer sus modelos económicos y crear una alternativa que facilite una mayor cohesión entre ellos. Tales transformaciones son casi obligadas, porque la crisis no se va a modificar sensiblemente en 2010, pues no hay evidencias sólidas de que la recuperación se ha instalado ya en la economía mundial. La tesis de una reanimación global después de la recesión tiene más dimensión mediática que real. Por eso, los programas sociales del ALBA son vitales para todos.
-¿Cómo se abrió paso la depresión de la economía mundial en el ALBA?
-La caída de las exportaciones de bienes, la reducción de las remesas y el decrecimiento en el flujo de turismo internacional fueron los tres vasos comunicantes que trasladaron la crisis hacia los países del ALBA. Esos elementos se comprobaron en términos macroeconómicos en una desaceleración marcada del crecimiento en países como Cuba, Bolivia, Antigua y Barbudas y Venezuela. Y el problema es que yo veo todavía fragilidad e incertidumbre en el pequeño repunte experimentado por algunos países en los dos últimos trimestres y que parece estar a punto de confirmarse que se trata de un proceso no sostenible en 2010. La crisis seguirá golpeando y en el caso de que el sistema logre resolver la dimensión de la contracción económica actual, algo que todo el mundo duda en este momento, no solucionará la crisis ambiental, energética, ni alimentaria, ni el alto desempleo, que impactará el ciclo económico.
-¿Conseguirá el ALBA mantener sus proyectos en este entorno?
-Por supuesto que los proyectos del ALBA también se verán afectados por este entorno, aunque ejecutemos inversiones y financia programas sociales para que los costos de la crisis no caigan sobre los trabajadores y los pueblos. En este aspecto, quiero recordar el reconocimiento de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) y de la Organización Internacional del Trabajo a los esfuerzos de Venezuela, Bolivia y Cuba por los éxitos en el combate contra la pobreza y la desocupación. Pero tenemos muchos retos por delante. Tenemos que garantizar que los proyectos y empresas transnacionales en las áreas de alimentos, médico-farmacéuticas, comunicaciones, investigación científica y energía den resultados. Y avanzar en los cambios estructurales que permitan esos propósitos ante los choques externos y continuar los programas sociales, que protegen a los sectores más sensibles de la población.
