Desde hace unos cuantos meses pululan por las calles de todas las ciudades cubanas los «aguacateros» que a grito limpio ofrecen la deliciosa fruta que la gente consume en cantidades industriales como principal ensalada del verano, a falta de otros vegetales. Desde hace unos cuantos meses pululan por las calles de todas las ciudades cubanas los «aguacateros» que a grito limpio ofrecen la deliciosa fruta que la gente consume en cantidades industriales como principal ensalada del verano, a falta de otros vegetales.
No hay datos oficiales, pero para muchos la de este año ha sido una de las cosechas más grandes que recuerdan, por la abundancia y calidad de los aguacates, enormes, lustrosos, «amasados».
Pero aunque todavía en pleno octubre siguen abarrotando los puestos privados de ventas de vegetales mientras que los vendedores ambulantes los ofrecen en la misma puerta de las casas, los precios, fijos e idénticos en todas partes como si hubieran sido dispuestos por decreto presidencial, se mantienen por las nubes: diez pesos cada uno y doce los más grandes, ni más ni menos.
Y como todo el mundo los compra de uno en uno, maduritos, listos para comer, casi nadie advierte que en estos meses comprar aguacates lo puede llevar a la ruina. Así le pasó a Ana Helia, una vecina de Radio Bemba, que cuando sacó la cuenta, de diez en diez, en septiembre gastó casi 250.00 pesos, más que la factura de la electricidad. Pero la pobre no puede contenerse ante la fruta tentadora y, hurgando en su monedero busca otros diez pesitos mientras reza para que bajen los precios, suban los salarios, o termine de una vez la temporada de los aguacates.
