Ya muchos cubanos andan en «zafarrancho de combate» para lanzarse a disfrutar a partir del 4 de diciembre y hasta el 14, de todo lo que les sea posible ver en la XXXIV edición del Festival Internacional de Cine de La Habana. Las principales salas de exhibición reciben los últimos brochazos, van apareciendo los carteles promocionales de las cintas que se verán y la gente anda haciendo colas frente a las taquillas donde se venden los «pasaportes» con los cuales por una módica suma de 20 pesos cubanos usted tiene garantizada la entrada para 10 funciones en cualquiera de los cines del festival. Ya muchos cubanos andan en «zafarrancho de combate» para lanzarse a disfrutar a partir del 4 de diciembre y hasta el 14, de todo lo que les sea posible ver en la XXXIV edición del Festival Internacional de Cine de La Habana. Las principales salas de exhibición reciben los últimos brochazos, van apareciendo los carteles promocionales de las cintas que se verán y la gente anda haciendo colas frente a las taquillas donde se venden los «pasaportes» con los cuales por una módica suma de 20 pesos cubanos usted tiene garantizada la entrada para 10 funciones en cualquiera de los cines del festival.
Según se ha anunciado en la muestra se presentarán más de 500 obras de 46 países en las diferentes categorías y en competencia o fuera de ella, y en esta oportunidad el certamen estará dedicado a rendir homenaje a los realizadores jóvenes y al centenario de la cinematografía puertorriqueña.
Solo en la importante sección Panorama Latinoamericano habrá cintas de 11 países, y como siempre, con Brasil y Argentina a la cabeza, con ocho y seis películas respectivamente, seguidos de México, Venezuela y República Dominicana con tres.
Entre las películas sobresale ‘Terremoto en Chile’, del realizador Juan Pablo Ternicier, que narra la historia de una mujer, un reo y un grupo de jóvenes a partir del movimiento telúrico y el tsunami que azotó la costa sur de esa nación el 27 de febrero de 2010. También destaca ‘Bruna Surfistinha’, filme brasileño dirigido por Marcos Baldini, basado en la biografía de una joven de 21 años que bajo ese seudónimo se convirtió en un fenómeno de venta tras editar un libro sobre sus experiencias sexuales como prostituta durante tres años.
El programa del evento incluye también una amplia retrospectiva del séptimo arte puertorriqueño, y una variada y amplia muestra del cine español, italiano, polaco, japonés, alemán, canadiense y caribeño.
Cuba lleva una muestra bastante representativa de lo más reciente, con las cintas ‘Irremediablemente juntos’, de Jorge Luis Sánchez; ‘Se vende’, de Jorge Perugorría; y ‘La película de Ana’, de Daniel Díaz Torres.
Asimismo se estrenarán en el concurso de ópera prima los directores Charlie Medina con ‘Penumbras’ y Carlos Lechuga con ‘Melaza’.
Por su parte ‘Camionero’(Sebastián Miló), ‘Lavadora’ (Yoel Infante) y ‘Los anfitriones’ (Miguel Ángel Moulet) serán los cortos cubanos que disputarán el Coral en esa categoría, en tanto en la arena documental competirán ‘De agua dulce’, de Damián Saínz; ‘La certeza’, de Armando Capó; ‘El Evangelio según Ramiro’, de Juan Carlos Sáenz Calahorra, y ‘Awairy’ de Valeria Ariñez; y cierran la nómina dos animados: ‘La luna en el jardín’, de Yemelí Cruz y ‘Adanoe Lima’, y ‘Lavando calzoncillos’, de Víctor Alfonso Cedeño. En resumen, el festival sigue siendo un maratón que dejará extenuados a los fanáticos del séptimo arte que, bien avisados, perseguirán los títulos de más gancho aunque tengan que correr por toda la ciudad, y tratarán de ponerse al día en lo realizado en el último año en buena parte del cine latinoamericano y mundial.
La televisión cubana sigue apostando, aunque sin mucha suerte, por mantener en el aire comedias de situaciones que son, junto a las telenovelas, extranjeras o cubanas, lo que más agrada a los televidentes. Sin embargo, aunque han aparecido unos cuantos programas de ese corte a lo largo del año, la mayoría de las experiencias han sido fallidas, no se sabe por qué exactamente, pues hay humoristas en abundancia, y el humor en el teatro y otros espacios públicos goza de buena salud, aunque al parecer para la TV los temas se restringen, porque no se aceptan aquellos que son solo para mayores y algunos asuntos de la vida cotidiana los cuales, a pesar de que varios programas dan en el clavo, hay que tratar con pinzas, para no «herir susceptibilidades».
En las vacaciones de verano se robó el show el actor Angel García con su personaje de ‘Antolín el Pichón, el guajiro de Manacas’, muy bien construido, que llevaba adelante un musical en el que el plato fuerte era conversar de tú a tú y con mucha picardía con importantes figuras de la música. Pero No quiero llanto era un programa de temporada, y ahora habrá que esperar hasta el próximo verano.
Muy difícil es mantener un espacio semana tras semana, durante meses, sin que la pérdida de rating sirva, como ocurre en otras partes del mundo, para sacarlo de la parrilla en cuanto suenan las primeras alarmas.
Uno de los pocos que ha logrado salir airoso a pesar de llevar ya buen tiempo en el aire es ‘Vivir del cuento’, que se trasmite los lunes, a las 8:30 de la noche por Cubavisión y que ha ido consolidando a lo largo de estos años un estilo muy singular, sustentado sobre todo en el trabajo de sus actores.
Con mucha gracia, y sin ni siquiera rozar el mal gusto o la vulgaridad, desfilan situaciones hilarantes, alusiones al contexto social, personajes bien caracterizados, con un libreto que sin mayores pretensiones se conforma con ser plataforma para que los protagonistas desplieguen todo su arsenal, y la gente agradece esa visión humorística de los problemas y vaivenes de la cotidianidad en la que no se descartan la ironía y la parodia.
Los especialistas consideran que ‘Vivir del cuento’ hace honor a la tradición del humor más criollo «sainetizado» hasta las últimas consecuencias, pero lo mejor son los protagonistas, pues el joven actor Luis Silva, convertido gracias al maquillaje y al histrionismo en el viejo Pánfilo, se ha erigido en uno de los más populares personajes del momento.
Con otro corte en su puesta en escena pero también con alguna suerte ha navegado durante años ‘Deja que yo te cuente’, reservado para los miércoles, que tiene a su favor, al contrario de lo que ocurre casi siempre, haber comenzado desde abajo e ir cobrando fuerza y ganando en calidad, con personajes que han ido redondeando sus caracteres como el profesor Mentepollo, capaz de hacer una disertación caústica sobre los temas más disímiles, o Lindoro Incapaz, un burócrata oportunista que como su apellido indica, no hace nada más que obstruir el trabajo en la empresa que supuestamente dirige.
Pero los espectadores piden más y quisieran que todas los días de la semana hubiera algún espacio humorístico, algo que resulta casi imposible, como demuestran otros programas, que con mucha facilidad pasan de la risa al pujo, como es el caso de ‘A otro con ese cuento’, un dominguero que a pesar de sus cámaras ocultas y tablazos, a duras penas logra mantener a los televidentes sentados frente al televisor durante sus escasos veinte minutos de duración.