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Competencia y diferencias

Radio Bemba

“Yo no mando a mi hija a un círculo infantil ¡ni loca!, porque allí se pasan todo el tiempo con catarro pues los muchachos se lo pegan unos a otros. “Yo no mando a mi hija a un círculo infantil ¡ni loca!, porque allí se pasan todo el tiempo con catarro pues los muchachos se lo pegan unos a otros. Prefiero pagarle a un particular que la cuide” dice con tono más que convencido Amelia, vendedora de una shoping de La Habana, que destina mensualmente 10 CUC por la atención de su Susanita.

“Pues a mí no me queda de otra que mandar a los dos míos al círculo, pues yo no puedo pagar todos los meses 10 CUC o más, y en el círculo cogerán catarro los muchachos, pero de que aprenden, aprenden, y eso es muy importante”, afirma Ernestina, maestra de primaria.

Hoy, en Cuba, llevar a un niño al círculo infantil (guardería) o ponerlo en manos de un particular, es una disyuntiva marcada tanto por la disponibilidad de matrícula en esos centros como los niveles de ingreso de los padres, o la calidad que se espera de ambas opciones. Y hay competencia, y mucha.

En la isla la educación es gratuita en todos los niveles, desde el primer grado de primaria hasta la universidad incluida, y ha sido así desde 1959 en las verdes y en las maduras, incluso en los años demasiado duros del Período Especial, cuando en las escuelas llegaron a faltar hasta los más elementales recursos para el trabajo docente.

Sin embargo, aunque incluidos dentro del sistema de Educación, los círculos infantiles sí se pagan, puesto que en ellos los niños son atendidos desde el año de nacido hasta los seis y no solo se les ofrecen rudimentos de aprendizaje y disciplina muy necesarios para su desenvolvimiento escolar posterior, sino también determinados cuidados durante un horario que incluye prácticamente toda la jornada de trabajo de los padres, aunque la cuota mensual es casi simbólica, e incluso gratis para las familias de muy bajos ingresos.

Pero aunque la cantidad de mujeres incorporadas al trabajo ha ido aumentando, la crisis de los años 90 liquidó casi por completo los programas de edificación de círculos infantiles.

La demanda ha crecido mucho más que la oferta y obtener una plaza resulta imposible para muchas familias, por lo que se han multiplicado, como opción laboral privada, las casas donde son cuidados reducidos grupos de muchachos. Y hay variedad de ofertas de acuerdo con las posibilidades económicas de los padres.

Elayne, que no alcanzó plazas en un círculo pero necesita perentoriamente trabajar, se da “la puñalada” todos los meses para pagar 10 CUC por Manuel, que junto a otros seis niños es atendido por Purita, una maestra jubilada que los cuida amorosamente, aunque además del pago, Elayne debe llevar diariamente la merienda y el almuerzo del pequeño.

Por su parte, Ernestina, la maestra de primaria, sigue con sus dos hijos en el círculo, paga 60.00 CUP por los dos; reciben almuerzo y dos meriendas, no muy consistentes, pero por la noche «los refuerza en la casa», y no hay mes que no cojan un catarro, pero ya conocen las vocales, todos los colores y hasta las diferencias entre un triángulo y un rectángulo, aprendieron a comer con cuchara y tenedor y no hay día en que no lleguen a la casa cantando una canción nueva.

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