Un año después de que los presidentes Raúl Castro y Barack Obama sorprendieran al mundo anunciando el restablecimiento de las relaciones diplomáticas entre Cuba y Estados Unidos, para la mayoría de los cubanos lo ocurrido en ese lapso les recuerda aquel estribillo de la famosa canción de Julio Iglesias: La vida sigue igual. Un año después de que los presidentes Raúl Castro y Barack Obama sorprendieran al mundo anunciando el restablecimiento de las relaciones diplomáticas entre Cuba y Estados Unidos, para la mayoría de los cubanos lo ocurrido en ese lapso les recuerda aquel estribillo de la famosa canción de Julio Iglesias: La vida sigue igual.
Muchos pensaron erróneamente que las cosas en la isla cambiarían de ahora para luego y que “dentro de poco estaremos comiendo McDonalds y tomando Coca Cola”, haciendo caso omiso de las advertencias de los políticos de que iba a ser un proceso “largo y tortuoso”, aunque todos parecen convencidos desde siempre de que las verdaderas mejoras, si las hay, vendrán cuando el enmarañado embargo deje de existir.
Pero en realidad no todo sigue igual, pues reabiertas las embajadas, la comunicación entre ambas capitales es más fluida, llegando a acuerdos en algunos temas; muchos más estadounidenses visitan La Habana, contribuyendo al crecimiento del turismo, y se renueva el apetito de los inversionistas extranjeros, estimulados por el deshielo.
Y hasta son más los cubanos desesperados por emigrar lo antes posible a EEUU, convencidos de la “inminencia” de la caída de la Ley de Ajuste, para que, llegado ese momento, los coja en puerto seguro, disfrutando de las ventajas de esa legislación.
