Radio bemba, donde las noticias corren más rápido que en Internet, se alborotó con los rumores sobre un brote de cólera en La Habana. Radio bemba, donde las noticias corren más rápido que en Internet, se alborotó con los rumores sobre un brote de cólera en La Habana.
Como traída por los Reyes Magos, la cosa comenzó el 6 de enero nada menos que por El Cerro, uno de los barrios más céntricos y populosos de la ciudad, por donde transitan cada día decenas de miles de personas.
«Dicen que hay un montón de casos y ya hay varios muertos».
«Dicen que tuvieron que cerrar la Facultad de Medicina de La Covadonga» (uno de los hospitales más antiguos de la ciudad).
«Dicen que ya hay casos también en otros municipios y que el hospital IPK está abarrotado».
«Dicen que en El Cerro mandaron a cerrar todas las cafeterías estatales y privadas y las escuelas primarias y los círculos infantiles»…
Estos y otros comentarios se regaron como pólvora por toda la ciudad, estimulados además por el amplio y más que evidente despliegue de recursos y especialistas de Salud Pública tanto en la barriada afectada como en los territorios colindantes y la desaparición fulminante de las gotas de hipoclorito de sodio de las farmacias ante la avalancha de clientes preocupados por clorar hasta el agua de lavarse los dientes.
El asunto fue a más cuando las grandes puertas de la terminal central de ómnibus amanecieron un día cerradas y abierta solo una, donde colocaron en el piso un gran recipiente con desinfectante para que todos los pasajeros obligatoriamente pasaran por allí.
Y los comentarios subieron de tono: «La cosa está en candela, porque antes nunca habían hecho nada así». Y aumentaron las colas en las farmacias para comprar el hipoclorito, que era abastecido constantemente desde los laboratorios. Y en las casas, a hervir el agua en cantidades industriales, para precaver; y hasta «audiencias sanitarias» brindadas por especialistas en centros de trabajo y consultorios de los barrios. Y la prensa, para no variar, sin decir nada. Y a correr para el médico a la primera caquita floja, aunque fuera por una mala digestión…
Por fin, el 11 de enero, el Ministerio de Salud Pública brindó información a través de todos los medios, reconociendo la existencia del brote de cólera, aunque advirtiendo que ya está bajo control, que se confirmaron 57 casos con la enfermedad, pero sin mencionar fallecido alguno.
Según la nota del ministerio, resulta que el causante fue un vendedor de alimentos, portador asintomático del vibrión, que al parecer no manipuló los productos con la higiene necesaria, algo que ocurre muy frecuentemente a pesar de los spots de televisión que alertan sobre ello constantemente.
En Cuba existen recursos y una infraestructura más que suficientes para enfrentar el cólera y otras dolencias por el estilo, pero como Haití está al doblar de la esquina y es la referencia más directa que todos tienen de una enfermedad que en ese país causó miles de muertos, la preocupación entre la gente no era para menos, al igual que el disgusto de muchos por la falta de una información inmediata, aunque ya el ambiente va volviendo a la calma.
No obstante, el que más y el que menos se ha convertido en experto en echar tres gotitas de hipoclorito en cada litro de agua, muchos parecen haber adquirido el sano hábito de lavarse las manos con frecuencia, los más acuden al trabajo o la escuela con su pomito de agua y, como dicen aquí que «las cosas tienen que ponerse bien malas para que se resuelvan», la higiene pública ha mejorado algo, pero no lo suficiente todavía.