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Cuba congela la apertura al sector privado

En lo que constituyente un frenazo al cada vez mayor peso del mercado laboral privado en la Isla, el gobierno cubano ha cancelado temporalmente la concesión de licencias para 27 trabajos por cuenta propia y suspendido con carácter definitiva la realización de otras cinco actividades privadas en el país. En lo que constituyente un frenazo al cada vez mayor peso del mercado laboral privado en la Isla, el gobierno cubano ha cancelado temporalmente la concesión de licencias para 27 trabajos por cuenta propia y suspendido con carácter definitivo la de otras cinco actividades privadas en el país.

Entre las actividades para las que se ha interrumpido la concesión de nuevas licencias se incluyen las de arrendador de viviendas o las de operadores de cafeterias y restaurantes, los famosos ‘paladares’; mientras que quedan definitivamente canceladas tanto la de vendedor mayorista como la de minoristas de productos agropecuarios, la de carretillero o vendedor de productos agrícolas de forma ambulatoria, la de comprador vendedor de discos y la de operador de equipos de recreación para los equipos rústicos.

Esta medida llega después de que, durante una reunión del Consejo de Ministros, a finales de junio; Raúl Castro ya señalase que se requería un «mejor ordenamiento y control», así como solventar ciertas deficiencias en el sector privado. Es también un movimiento característico de la forma de avanzar en el proceso de liberalización económica por parte de las autoridades de la Isla, cuya prioridad ha sido siempre la de mantener el control.

Así, por ejemplo, pese a que para compensar la progresiva reducción de 500.000 puestos de trabajo del sector estatal, en 2010, Raúl Castro autorizó como medida clave la creación del trabajo por cuenta propia en más de 200 categorías, y las ampliaría aún más en 2011; en 2014, revirtió ciertas decisiones e implementó nuevas regulaciones para su control.

Con todo, en la actualidad, según un estudio de The Havana Consulting Group, un total de 567.982 personas ejercerían el trabajo por cuenta propia en la Isla. Una cifra que representa el 12% del total de los empleados en el país y genera el 17,8% de los ingresos brutos de la economía cubana.

Además, este auge ha propiciado un alza en el salario medio de la Isla que casi se ha duplicado desde 2007, cuando se situaba en 408 CUP (unos 16,3 dólares), hasta la actualidad. Pese a ello, esta misma semana, el secretario general del único sindicato legal de Cuba, la Central de Trabajadores (CTC), Ulises Guilarte, reconoció que los salarios en la Isla son «insuficientes» para cubrir las necesidades del trabajador.

Guillarte añadió además que esta circunstancia provocaba «apatía», «desinterés» y una «importante migración laboral». Es decir, los salarios en la Isla todavía están muy lejos de satisfacer las necesidades de los cubanos, y voces mismas del oficialismo reclaman que se acelere la apertura económica en el país carieño.

Pero también es cierto que a falta de que el 24 de febrero de 2018, se produzca el relevo de Raúl Castro al frente de la presidencia, las autoridades del país caribeño no parecen dispuestas a acelerar precisamente ahora unas reformas que pudiesen provocar cambios abruptos. Máxime cuando ya existen disonancias a las que apuntan estimaciones como 500.000 personas más de las reconocidas oficialmente estarían trabajando en el sector privado de manera ilegal.

O el que éstas obtengan una remuneración diez veces superior a la que se percibe en el sector estatal, clave para una transición de poder sin demasiados sobresaltos. No obstante, en unos momentos en los que la situación económica del país caribeño sigue convirtiendo en imperiosa la llegada de inversores extranjeros, el órgano oficial del Partido Comunista Cubano (PCC) también quiso emitir una señal tranquilizadora para éstos.

En una declaración que es una prueba más del constante juego de equilibrios que opera en la Isla entre apertura y reafirmación, entre los sectores liberalizadores y los inmovilistas, el PCC solicitó en un comunicado que «nadie asuma que el fin de estas medidas es dar marcha atrás al desarrollo del trabajo por cuenta propia en Cuba»; y concluyó: «Nada más alejado de la realidad».

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