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Precios

Sector privado y guerra de precios en Cuba, la de nunca acabar

"Es una competencia entre el Estado y los particulares a ver quién aumenta más los precios".

Un hombre sostiene billetes de peso y de dólar

Junto al aumento de precios de la tarifa eléctrica, de los productos de la canasta básica y de otros servicios en Cuba, como resultado de la Tarea Ordenamiento iniciada el pasado 1 de enero, el incremento de costos en el sector privado ha colocado este bajo la lupa pública, cuando aún no se termina de calcular el beneficio real de los nuevos salarios.

«Es una competencia entre el Estado y los particulares a ver quién aumenta más los precios, con la diferencia que a la protesta de la gente el Estado ha reducido algunos aumentos, pero los privados ni se inmutan. A ese ritmo de nada valdrá el incremento salarial», comentó a Sputnik una ama de casa habanera de nombre Esther Pérez, consultada en una larga cola frente a un mercado.

Las mayores quejas al sector no estatal van dirigidas al significativo incremento de precios en los servicios gastronómicos, en los costos de pasajes en autos de alquiler y en la venta de productos cárnicos y agropecuarios, los que han obligado a las autoridades locales a establecer topes que en la mayoría de los casos no se respetan.

Por su parte, el Gobierno anunció que no se tolerarían precios «abusivos y especulativos», y despliega una batalla contra los especuladores que va desde la retirada de licencias para ejercer trabajos por cuenta propia hasta decomiso de productos de dudosa procedencia y multas de elevadas cuantías a los infractores.

De la misma manera, se regularon los precios para el transporte público operado por el sector privado, estableciendo límites por los diferentes tramos en que circulan, medida que en muchos casos no han surtido efecto y continúan las violaciones.

Sputnik conversó con José, un conductor de alquiler, que maneja un viejo Ford 54 y se dedica a alquilar en un concurrido tramo de La Habana y que prefirió no dar su apellido. Él cobra 30 pesos en un tramo donde las nuevas disposiciones establecen que el costo sea la mitad.

«Yo entiendo la necesidad de la gente –comentó airado José- pero el Gobierno no entiende que cuando se rompe este cacharro (auto de 66 años de explotación) yo tengo que «inventar» las piezas, pagar los arreglos porque no existe ningún taller estatal que resuelva estas cosas, y los mecánicos y vendedores de piezas no tienen piedad con nosotros».

Algo similar ocurre en los mercados agropecuarios de gestión privada y cooperativa, donde los precios tuvieron que ser topados por el Gobierno, medida a la que respondieron los proveedores con la ausencia de productos imprescindibles en la mesa del cubano, incrementando aún más las carestías que se padecen desde hace meses.

Esto se agrava con la tenebrosa cadena del campo a la tarima, que pasa desde el productor campesino, por intermediarios y transportistas, hasta llegar al vendedor, en una espiral de precios que apunta a las nubes, en detrimento del poder adquisitivo de la población.

En el sector gastronómico, los propietarios –en sentido general- se quejan de que los insumos –harina, huevos, pan, embutidos, vegetales, especies y otros- deben comprarlos a precios muy elevados, en la mayoría de las ocasiones en el mercado negro, ante la falta de disponibilidad en los expendios estatales o la ausencia de un mercado mayorista que pueda suplir las necesidades del sector privado.

MONEDAS DURAS AL ACECHO

Otro de los problemas que conspiran contra el buen funcionamiento de los negocios privados –en particular los servicios de hospedaje y gastronomía- son las formas de adquirir los insumos necesarios para prestar sus servicios.

Jorge González, que administra una pequeña hostal en Centro Habana, se queja por el desbalance que le genera cobrar sus servicios en moneda nacional y tener que adquirir los productos que necesita en monedas libremente convertibles, las que además no puede comprar en los bancos cubanos por falta de disponibilidad.

«Así es imposible crecer, aunque uno quiera –comentó-. Todo lo que me pasa ahora es que pierdo dinero, me llegan los huéspedes a través de Airbnb (plataforma digital estadounidense dedicada a la oferta de alojamientos a particulares) que al no poder pagarnos directamente deposita los fondos en una tercera compañía y esta a su vez nos hace llegar el dinero en pesos cubanos, y en Cuba no puedo cambiarlos en dólares o en euros, que es en lo que me cobran aquí la mayoría de productos que necesito. Eso es abusivo».

IMPUESTOS Y OTROS VERICUETOS

Como resultado de la Tarea Ordenamiento y los efectos provocados por la pandemia, la Oficina Nacional de la Administración Tributaria (ONAT), anunció modificaciones al pago de los impuestos en el sector privado, entre ellas el incremento del mínimo exento, que pasa de 10.000 a 39.120 pesos anuales.

En el caso de los servicios de hospedajes, se les aplicó una reducción del 40% de la tasa fija que pagan al sistema tributario, pero se mantiene el pago del otro 60%, aun cuando no tengan alquilados los espacios disponibles, y esto por supuesto complica aun más la situación de los emprendedores, que han tenido que enfrentar una drástica baja turística a consecuencia de la pandemia provocada por la enfermedad covid-19.

A los primeros quince días de haberse aplicado la Tarea Ordenamiento, quedan muchas interrogantes por responder, correcciones inevitables que hacer en los próximos meses, y mantener –aunque algunos cierren los ojos- el espíritu de trabajar y decidir a favor de la gente.

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