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El baile entre La Habana y algún enviado de Obama aún no ha tenido una puesta en escena formal

Washington vive una especie de ‘locura‘ incomprensible en lo que respecta a las decisiones administrativas que toma sobre la Isla. Washington vive una especie de ‘locura‘ incomprensible en lo que respecta a las decisiones administrativas que toma sobre la Isla. Sería una especie de baile incomprensible en el que a cada paso hacia delante siguiera uno atrás. Todo para que diera la impresión de que no se produce en realidad movimientos. Pero algo pasa. Al menos en opinión de algunos observadores con cierta experiencia en las complicadas relaciones entre la Isla y el gran país norteamericano. Uno de los últimos avances, por ejemplo, sería la extensión de las autorizaciones administrativas pertinentes para tramitar viajes y remesas a Cuba a más de 40 agencias en todo el país. También la confirmación de que el cantante de la ‘Nueva Trova‘ Pablo Milanés, va a cantar en agosto en el Auditorio American Airlines Arena de Miami.

Por supuesto que también hay más de un ejemplo reciente de retrocesos mezclados con arbitrariedades como el hecho de haber dado permiso a un puñado de embarcaciones estadounidenses para participar en la edición nº61 del festival de pesca que la Isla dedica a Hemingway y, a la vez, ha impedido la participación de otras 20 embarcaciones.

Pero hay mediadores y mediaciones. Como la efectuada por delegados del Centro para la Democracia en las Américas, con sede en Washington, que han estado en La Habana y han podido entrevistarse con Alan Gross, el contratista estadounidense que sigue en las prisiones cubanas.

Lo que no ha sucedido aún es que este baile tenga su puesta en escena. Pero sucederá. Lo mismo que pasó con la Iglesia Católica cubana que fue investida como mediadora con ocasión del proceso de liberación de los presos políticos pero que ya, antes, a pesar de determinados desencuentros históricos había restablecido sus relaciones con el Gobierno cubano. En este momento, resultan ya tan estrechas que el propio cardenal de La Habana, Jaime Ortega, ha tenido que desmentir con ocasión de un reciente viaje a Bruselas que lo hiciera por cuenta de Raúl Castro.

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