Cuba está a punto de terminar el año 2004 con un escenario radicalmente distinto al que tenía por delante al principio del año. La intensificación de las relaciones económicas con China, la restauración de los lazos interrumpidos con Europa y la posibilidad de avanzar en el diálogo va a requerir algunos gestos que, sin duda, deberán darse en los próximos 365 días, pero que ahora se antojan más posibles que hace algunos meses. Cuba está a punto de terminar el año 2004 con un escenario radicalmente distinto al que tenía por delante al principio del año. La intensificación de las relaciones económicas con China, la restauración de los lazos interrumpidos con Europa y la posibilidad de avanzar en el diálogo va a requerir algunos gestos que, sin duda, deberán darse en los próximos 365 días, pero que ahora se antojan más posibles que hace algunos meses. El impulso diplomático español y la respuesta de La Habana a este acercamiento ha supuesto la liberación de varios disidentes que estaban encarcelados, entre ellos el poeta Raúl Rivero, y la reapertura de un camino que invita a la esperanza aunque, todavía, sólo se hayan dado pasos cortos.
Pasos que, curiosamente, algunos quieren relativizar. Y resulta curioso que exista una clara relación entre los avances diplomáticos y las portadas del diario español “Expansión” que, con informaciones firmadas siempre por el mismo periodista, publica en los días señalados la noticia de pequeñas multas, o algunos acuerdos extrajudiciales que no detalla, impuesta por el Tesoro estadounidense a empresas europeas. Una especie de recordatorio de la existencia de la ley Helms-Burton, cuyo Título IV, el que impone las sanciones realmente duras, no ha sido aplicado aún, porque ha sido vetado constantemente tanto por los inquilinos de la Casa Blanca que han convivido con él, tanto el democráta Bill Clinton, como el republicano Bush.
Lo que no parece cambiar es el discurso político que separa, y más bien parece unir, las posiciones radicales de La Habana y Washington. Ahora, el Ejército cubano ha programado sus maniobras Bastión 2004 como una advertencia a EEUU para que sepa lo que se encontraría si pretende, en algún momento, invadir la Isla. Pero nada parece más lejos de las intenciones del reelegido presidente de EEUU que tiene bastantes embrollos militares en el mundo como para iniciar nuevas ofensivas de dudosa rentabilidad. Aunque nunca se sabe, claro.
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