Poco se sabe de Cuba, en realidad. Al menos, de los supuestos movimientos que tienen lugar en las alturas. Poco se sabe de Cuba, en realidad. Al menos, de los supuestos movimientos que tienen lugar en las alturas. Hay eso sí, una relativa certeza en la consideración de que la sociedad cubana sigue sin surgir un movimiento crítico, con una crítica constructiva y estructurada hacia ese poder, completamente consolidado en la Isla, que lleva medio siglo instalado cómodamente y que, de momento, alarga su periodo de vigencia gracias a una transacción no escrita con los ciudadanos, en este caso, sí bastante reciente. No hay protestas porque va a haber cambios que mejorarán la vida cotidiana. Pero esas mutaciones, destinadas a dar un giro de 180 grados al modelo productivo y al propio latido vital de la sociedad, no se producen. Se anuncian pero no llegan. Y cuando lo hacen, están muy lejos de parecerse ni de lejos al enunciado previo que se formuló para introducirlas.
Las liberalizaciones en vigor, están llenas de ‘letra pequeña‘ y matices y, en general, vuelven a obligar a los cubanos a buscar mil y un vericuetos alegales, o ilegales, para conseguir aquello que en casi cualquier país del mundo, puede hacer cualquiera con total normalidad. Como adquirir un coche nuevo, por ejemplo.
Y, sin embargo, fuera de foco, deben pasar algunas cosas cuyas manifestaciones exteriores sí que resultan indicios de posibles cambios quizá más profundos de lo que los cubanos, demasiado ocupados en la tarea de sobrevivir a unas condiciones económicas más que precarias, podrían intuir. Son asuntos, quizá menores en apariencia, pero que despiertan algo más que la curiosidad en los cubanólogos de guardia. Una muestra podrían ser las obras que se están realizando en La Habana Vieja, cuyas calles y plazas se vuelven a abrir en canal para introducir cables. Una inversión cuantiosa que se realiza, además, en un momento en que, Eusebio Leal, el historiador de La Habana, que dirigía la restauración de este enclave, ya no controla los entresijos financieros del asunto. Hay más. En muchos solares de este área, esos solares cubanos en los que hay casas semiderruidas, pero habitadas por sus propietarios, han aparecido verjas, puertas nuevas y otros signos externos de posibles propietarios nuevos. ¿Los habrá? Y si los hay, ¿quiénes son?
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