Ni el escudo montañoso de la Sierra Maestra ni el fervor de sus fieles pudieron amparar al Santuario de la Caridad del Cobre del embate del huracán Melissa, que causó estragos en un enclave cultural y espiritualmente sagrado para los cubanos.
«Hay deslizamientos de tierra en El Cobre, derrumbes totales en el poblado, jamás se había visto algo así», confirmó a la Agencia Sputnik el periodista Cuscó Tarradell, residente en la provincia de Santiago de Cuba (este), duramente azotada por el meteoro.
Quizás por su significación para el imaginario nacional, el destrozo causado por Melissa en este sitio de peregrinación casi obligada para los devotos de la Patrona de Cuba resulta estremecedor, especialmente en un contexto de crisis económica, energética e incluso sanitaria que afecta a todo el país.
Viviendas derrumbadas, techos por los suelos y hierros retorcidos entre escombros frescos quedaron tras una madrugada en la que nadie pudo dormir por las ráfagas de un viento que, según Tarradell, ora se sentía como un aullido, ora como el gemido de un gato.
Como sea, cuando apenas comienza a constatarse el destrozo, ya se anticipa que los daños provocados por Melissa superarán con creces los causados en 2012 por el huracán Sandy, el más devastador que haya azotado el territorio santiaguero en el último medio siglo.
Hace 13 años, Tarradell reportó para medios nacionales el paso de Sandy, en aquella madrugada que recuerda como la «más larga» de su vida. Sin embargo, asegura que esta vez fue peor.
«El rugido del viento se sintió mucho más, las construcciones se estremecían, los techos volaban y, a diferencia de cuando pasó Sandy, ahora ha llovido muchísimo, y hay inundaciones incluso en zonas que no son precisamente bajas», relató en conversación telefónica con esta agencia.
Según cifras gubernamentales, al menos 281.000 habitantes de la segunda mayor urbe de Cuba fueron evacuados, aunque el comunicador teme que la cifra sea mayor.
En sus redes sociales ha compartido diferentes imágenes de sitios emblemáticos de la provincia de Santiago, anegados con el agua ocre del fango revuelto, ramas caídas, gruesos árboles arrancados de raíz, galpones sin tejados y un cielo que sigue encapotado aunque Melissa ya salió de Cuba.
Otro factor que diferencia a Melissa de Sandy, aparte de la lluvia, es que el huracán de 2012 pasó velozmente, pero el actual se desplazó más lentamente, prolongando la zozobra de una ciudad que recién al amanecer pudo corroborar el desastre que intuyó durante la noche.
SITUACIÓN COMPLEJA
«Es una situación bastante compleja, que se ha estado atendiendo durante toda la madrugada», reconoció la presidenta del Consejo de Defensa Provincial de Santiago de Cuba, Beatriz Johnson, en declaraciones a la televisión nacional.
La funcionaria precisó que el huracán tocó tierra en Santiago a las 3:05 hora local (08:05 GMT) por la localidad de Aserradero, con categoría 3 (de 5) en la escala Saffir-Simpson, debilitado tras su paso por Jamaica, pero aún con fuerza devastadora.
En Palma Soriano, la presa Charco Mono se desbordó tras recibir más de 150 milímetros de lluvia en menos de una hora, lo cual generó inundaciones en comunidades rurales, en tanto localidades como Dos Caminos amanecieron incomunicadas por las inundaciones.
Más al norte, en la localidad de Sagua de Tánamo, el desbordamiento del río Sagua provocó inundaciones sin precedentes en esa población del corazón de la Sierra de Cristal, en la provincia de Holguín (noreste).
La Empresa de Telecomunicaciones de Cuba reportó interrupciones severas en la red nacional, afectando a gran parte de los servicios de telefonía fija y móvil, mientras toda la región está desconectada de la red energética nacional.
En redes sociales circulan testimonios de pérdidas materiales considerables en poblaciones que tuvieron que dejar sus hogares ante el peligro inminente, algunos solo con la ropa que llevaban puesta y algún electrodoméstico.
El presidente de Cuba, Miguel Díaz-Canel, adelantó que los daños ocasionados por Melissa son «cuantiosos», y aseguró que las labores de recuperación comenzarían cuando las condiciones lo permitieran, aunque muchos vecinos han empezado por su cuenta.
A medida que el temporal se aleja, los residentes intentan rescatar lo poco que les queda bajo una llovizna que persiste, y el peligro de eventuales deslizamientos de tierra y derrumbes en los terrenos anegados que pronto podrían ceder.
Víctima recurrente de estos eventos, Cuba emprenderá ahora una recuperación más en su larga historia de huracanes devastadores: el Gobierno apela a una épica de la resistencia y promete destinar todos los recursos a su alcance para volver a la «normalidad» lo antes posible.
Por su parte, la población afronta la monumental tarea con disciplina y con la resignación de quien sabe que no le queda otro remedio.
A su vez, los más religiosos le piden a la Caridad del Cobre un respiro entre tanto problema, pero su respuesta quizás demore: después de todo, hasta la casa de la Santa Patrona resultó damnificada.



