A finales de marzo, la Empresa de Gas Licuado comunicó a sus clientes que se encontraba «afectada la distribución y venta por déficit del producto hasta que se realice la próxima importación».
Más de un mes después, la entidad no ha ofrecido nueva información sobre el reinicio de la comercialización del conocido «gas de balita», combustible envasado en garrafas que también se vende en el mercado informal a precios cada vez más elevados.
En La Habana el producto no se comercializa formalmente desde diciembre.
Sin embargo, en el mercado negro la balita se vende a 8.000 peso o más.
«Eso es el doble de mi salario», comentó a la Agencia Sputnik la joven Lorena Díaz, que vive en el municipio de Playa.
A la escasez de gas se suman los frecuentes cortes eléctricos, debido a las continuas averías de las centrales termoeléctricas y la falta de combustible para hacerlas funcionar.
Cuando los apagones se extienden por horas, las familias que no tienen dinero para comprar una «balita» de gas tienen «que ponerse creativas» para cocinar, dice Díaz.
En esas situaciones es muy común ver fogones de leña encendidos en los patios de las casas o en las aceras de La Habana.
DE VUELTA A LA LEÑA Y EL CARBÓN
La situación es aún más dramática en las provincias, donde los cortes de luz son más frecuentes y extensos que en la capital, y pasan meses sin que «el gas de balita» llegue a los lugares donde se comercializa.
María Teresa García, un ama de casa de 68 años que vive en la provincia de Sancti Spíritus (centro) relató a esta agencia que estuvo varios meses en una «lista de espera» para poder comprar el gas licuado.
Mientras tanto, comenzó a cocinar con carbón, pero los costos de este producto también aumentaron y debió recurrir a la leña.
«Ya bastante cara está la comida para tener que pagar el carbón a precio de oro. Tuve que cocinar con leña, como hacían mis padres cuando vivían en las lomas de Banao (centro)», dice García.
Aunque la cocina con carbón es usual en las comunidades rurales del este de Cuba, no es habitual verla en las ciudades de esa parte del país.
De todos modos, ante la escasez de gas, la venta de hornillos a carbón ha aumentado a través de redes sociales en ciudades como Camagüey, Santiago de Cuba y Las Tunas.
SOBRECARGA PARA LAS MUJERES
Los cortes eléctricos y las dificultades con el suministro de gas, en un contexto de crisis económica, dificultan el trabajo doméstico que realizan las familias y en especial las mujeres, dijo a la Agencia Sputnik la coordinadora de la región occidental de la Red Cubana de Estudios sobre Cuidados, Yelene Palmero.
Ellas suelen ser las encargadas de buscar otras vías para cocinar los alimentos y responder a las demandas de cuidados de sus hogares, por lo que la escasez de insumos les implica una sobrecarga física y mental, enfatizó.
La especialista agregó que los lugares en donde se manipula el carbón o la leña «no son idóneos para ejercer este trabajo» por lo que las mujeres están más expuestas a accidentes domésticos o complicaciones respiratorias por la exposición constante al humo.
A ello se le suma que los cortes eléctricos provocan dificultades con la refrigeración de alimentos, por lo que frecuentemente la comida se echa a perder o se consume en mal estado, indicó.