Un cubano necesitaría al menos tres salarios medios para costear la canasta básica, según un informe independiente de la ONG Food Monitor Program divulgado este martes. El estudio, basado en seis meses de seguimiento de precios, revela que el acceso a una alimentación suficiente es un reto casi imposible para la población.
Un costo desproporcionado frente a los ingresos
La investigación monitoreó 29 productos de ocho grupos alimenticios presentes en comercios estatales y privados. El resultado es que una pareja de adultos en La Habana necesitaría 41.735 pesos cubanos —equivalentes a 347,7 dólares o 297 euros al cambio oficial— para cubrir una dieta básica. Esta cifra equivale a casi 20 salarios mínimos o dos años de pensiones mínimas en el país.
El salario mínimo mensual es de 2.100 CUP (17,5 dólares), mientras que el salario medio se situó en abril en 6.506 pesos (54,2 dólares). Las pensiones mínimas apenas alcanzan 3.056 pesos (25,4 dólares), lo que deja a la mayoría de familias en una situación crítica.
La ONG advierte de que la subalimentación continuada “mantiene el hambre oculta en la población” y repercute en el desarrollo físico y cognitivo, además de incrementar el riesgo de enfermedades carenciales.
El 42,2% de los encuestados afirma gastar todos sus ingresos en alimentos
Menos comidas y más hambre
En una encuesta previa, Food Monitor reveló que solo el 55,1% de los cubanos realiza tres comidas diarias, mientras que un 29% se limita a dos y un 4% sobrevive con apenas una comida al día. El 11,9% declaró comer más de tres veces, pero en la mayoría de casos con raciones reducidas.
Estos datos ponen de relieve que el problema no se limita a la disponibilidad de productos, sino también a su accesibilidad económica, con un coste que crece mucho más rápido que los ingresos.
Crisis prolongada y medidas de emergencia
Cuba vive desde hace cinco años una profunda crisis económica caracterizada por la escasez de alimentos, medicinas y combustible, apagones prolongados, inflación disparada y una ola migratoria sin precedentes.
A finales de 2023, el Gobierno implementó un plan de choque con recortes en el gasto público, aumentos en servicios básicos y la dolarización parcial de la economía, sin que hasta ahora estas medidas hayan logrado mejorar la situación de las familias.
