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Cine por los cuatro costados

Qué vemos

Muchos amantes del cine en La Habana y otras ciudades de la isla ya andan «afilándose los dientes» y organizando su plan de batalla para lanzarse a tratar de ver en el menor tiempo posible la mayor cantidad de películas, porque ya está a las puertas el 35 Festival Internacional del Cine Latinoamericano, que se celebrará del 3 al 15 de diciembre. Muchos amantes del cine en La Habana y otras ciudades de la isla ya andan «afilándose los dientes» y organizando su plan de batalla para lanzarse a tratar de ver en el menor tiempo posible la mayor cantidad de películas, porque ya está a las puertas el 35 Festival Internacional del Cine Latinoamericano, que se celebrará del 3 al 15 de diciembre.

«Yo ya hice una buena cola para comprar el pasaporte, pero valió la pena y ya lo tengo en mi cartera. Ahora solo falta que publiquen la programación, para organizar mi estrategia y tratar de ver lo mejor de lo mejor», comenta Carmita, una joven universitaria, que por estudiar Ciencias Jurídicas en la Colina -la elevación donde se erige la Universidad de La Habana-, está cerca del circuito principal de los cines del festival y puede moverse por la zona a sus anchas.

El pasaporte no es otra cosa que un boleto único con el cual por la módica suma de 20 CUP es posible ver diez cintas en cualquier sala y que desde su instauración hace pocos años ha ido ganando adeptos, que lo prefieren a tener que hacer una cola tras otra o guapear invitaciones con algún amigo que trabaje en la Cinemateca.

Carmita solo tiene una desventaja, las clases en la universidad, que no puede perderse por mucho que le guste el cine. Sin embargo, su amiga Janet, tiene el problema resuelto. Pidió 15 días de vacaciones, cosa que hace muchísima gente por esos días.

“Me voy a sumergir a tiempo completo en la oscuridad de los cines, así que si me convierto en murciélago, bienvenido sea. ¡Ah! Y al que le duela una muela que se las arregle como pueda. Yo por la clínica no me aparezco”, dice con una carcajada.

Porque el festival es un maratón donde hay para todos los gustos. Se ve lo bueno de todas partes producido en el último año y en muchos casos es una oportunidad única para apreciar filmes que no volverán a aparecer en las pantallas del país porque las grandes distribuidoras internacionales casi siempre son estadounidenses y no hay arreglo posible.

Aunque el embargo tiene una ventaja. Como no existe compromiso, la Televisión Cubana copia y exhibe impunemente y sin piedad desde lo mejor hasta la peor del cine yanqui y en La Habana es posible ver por TV películas que todavía están por estrenar en medio mundo o incluso las galardonadas con el Oscar, casi al día siguiente de la premiación en Los Ángeles.

Pero no sucede lo mismo en las salas de cine, donde quizá esa sea una de las razones de que hayan perdido tanto público, pues el ICAIC es más ético en eso de andar trapicheando con las copias, y por ello, con excepción de los días del festival, cuando se abarrotan, el resto del año permanecen vacías, acogiendo sobre todo a parejitas heteros o gays que no tienen a dónde ir para sofocar sus apuros.

Pero también hasta las cintas cubanas son perseguidas, porque con frecuencia ocurre que algunas de ellas, que pueden parecer un poco “conflictivas” a ciertas autoridades, se ven en el festival y luego desaparecen, son exhibidas en circuitos restringidos o muchos meses más tarde, y hay que aprovechar el momento.

Ese es el caso del cortometraje de ficción ‘Camionero’, de Sebastián Miló, que media Cuba ha visto en memorias flash o en discos piratas y que está en Youtube hace un siglo.

La cinta, que recrea con bastante violencia los abusos a que es sometido un estudiante por sus compañeros de escuela, ya fue laureada en el certamen de los jóvenes realizadores con el Premio a la Mejor Ficción, ganó además el máximo galardón de la Sección Oficial del VIII Festival de Cortos Villa de La Orotavase, y solo ahora compite en el festival.

Por demás, los realizadores cubanos quieren ir en busca de uno de los grandes premios porque en los últimos años la cinematografía nacional en realidad no ha cosechado muchos en La Habana.

Para ello, entre los platos principales aparecen ‘Boccaccerías habaneras’, de Arturo Sotto Díaz, y ‘Jirafas’, de Enrique Álvarez. Sotto ubica en La Habana de hoy los desparpajos amorosos del Decamerón de Giovanni Boccaccio con un elenco escogido entre las figuras más populares del cine el teatro y la televisión cubanos. ‘Jirafas’, por su parte, se lanza a un tema caliente con la historia de amor de Lía y Manuel en una casa que han invadido, y aborda problemas como el acceso a la vivienda, la invasión de la intimidad, la convivencia y la economía precaria.

En medios y cortos de ficción compiten, además de Camionero, ‘La trucha’, de Luis Ernesto Doñas Gómez; ‘Marea’, de Adam Breier; ‘Náufrago’, de Andrew Stehney; ‘Obsessio’, de Frank Luis Velázquez Torres, y ‘Afuera’, de Yanelvis González y Vanessa Portieles.

Completa la lista ‘Casting’, del laureado y controvertido guionista y director Eduardo del Llano, con una metáfora sobre la lucha por el triunfo.

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