Los amantes de la danza andan de sala en sala y persiguiendo las entradas para las presentaciones más importantes, pues el 23 Festival Internacional de Ballet de La Habana, en el que participan destacadas compañías y artistas de 21 países, ya descorrió sus cortinas con un gran desfile protagonizado el domingo por las más nuevas generaciones que se forman en las escuelas de danza del país. Los amantes de la danza andan de sala en sala y persiguiendo las entradas para las presentaciones más importantes, pues el 23 Festival Internacional de Ballet de La Habana, en el que participan destacadas compañías y artistas de 21 países, ya descorrió sus cortinas con un gran desfile protagonizado el domingo por las más nuevas generaciones que se forman en las escuelas de danza del país.
Junto a ellas, dejaron abierta esta fiesta de la danza los miembros del Ballet Nacional de Cuba, escoltando a la prima ballerina assoluta Alicia Alonso, fundadora, directora y figura inspiradora de la compañía.
El 23 festival celebra este año el aniversario 64 del Ballet Alicia Alonso, que luego se convirtió en Ballet Nacional de Cuba, obra ética que ha contribuido a la cultura de nuestro país, destacó.
Virtuosismo y elegancia mostró la compañía con la puesta de En la noche, coreografía de Jerome Robbin en las que se lucieron los primeros bailarines Yanela Piñera y Camilo Ramos, Sadaise Arencibia y Víctor Estévez, y Viengsay Valdés y Arian Molina.
Para el cierre la puesta de La fille mal gardee, coreografía de Alicia Alonso, sobre la original de Jean Dauberval.
Durante 10 días La Habana se convertirá en la capital mundial de la danza.
Entre las figuras que dan realce a esta nueva edición están algunas de las primeras figuras del American Ballet Theater como Paloma Herrera y Herman Cornejo; Erina Takahashi y Esteban Berlanga del English National Ballet y el francés Angelin Preljocaj con su grupo.
Como adelantó en días recientes Alonso, será otra oportunidad para que la danza del pasado y el futuro se den la mano.
Clásicos de antaño, romanticismo, flamenco, las nuevas tendencias se fundirán en esta edición, que se extenderá hasta el 7 de noviembre.
La declaración del son como patrimonio cultural inmaterial de la nación cubana, oficializada en el recién finalizado Festival Matamoros Son, causó revuelo en el mundo de la música.
El presidente de honor del evento, el reconocido compositor Adalberto Álvarez, destacó la importancia de este género musical, considerado una expresión de identidad, por lo cual debe asumirse como un elemento que identifica a la gente de la isla.
El intérprete de populares temas como Y qué tú quieres que te den y Esperando a que vuelva María aseguró que «el son es el género musical cubano más conocido en el mundo».
Muestra de ello resultan los constantes éxitos de los grupos soneros del país cuando viajan al exterior, y el interés de turistas de todas partes que vienen a Cuba, entre otras razones, «para disfrutar de nuestra música, en general, y del son, en particular».
Por su parte, el presidente del Instituto Cubano de la Música, Orlando Vistel, calificó este suceso como «un acto para reverenciar el son de forma oficial, para reconocerlo como un tipo de música que nos identifica y nos define».
Agregó que este fenómeno nacional no se circunscribe a un lugar o a un músico específico, sino que constituye el resultado de la interacción social, en tanto resulta un elemento que participa en la formación de la nacionalidad cubana.
«Aunque cada zona del país tenga su modo particular de hacer sones, la esencia es la misma porque todos aportamos a su desarrollo y nos identificamos con él», añadió.
Entre los temas dominantes en los textos del son sobresalen el amor, especialmente por la mujer, la crítica social y las costumbres. «El son refleja la vida del cubano, por eso el cubano se identifica con él», afirmó Vistel.
Para él, el son, más que un género musical, es una manera de ser, porque «se relaciona con la forma de hablar del cubano, con el refranero, con el modo de caminar, con la gestualidad».
Ronulfo Vaillant, presidente de la Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba en la oriental provincia de Santiago de Cuba, recordó que esa zona de la isla está reconocida como la cuna de varios géneros musicales, entre ellos el son.
Evocó que es una plaza relevante de la música tradicional cubana, entre otras razones porque allí nacieron reconocidos compositores e intérpretes de ese ritmo como Sindo Garay, Pepe Sánchez, Miguel Matamoros, Ñico Saquito, Compay Segundo y Eliades Ochoa.
El también compositor explicó que el desarrollo de los grupos de pequeño formato -solo en Santiago de Cuba hay más de 40 septetos- se debe, además, a la tradición sonera del territorio y a razones prácticas, pues a inicios del llamado período especial resultaba más fácil apoyar económicamente a los pequeños grupos que a las grandes orquestas.
Esto, dijo, sin contar que la situación también resultó más factible cuando el desarrollo de la industria turística demandó mayor presencia de la música cubana.
Dentro de este contexto sobresale el Septeto Santiaguero, conjunto que en sus 17 años de bregar artístico ha recreado piezas antológicas hoy forman parte del repertorio de la música popular cubana, como las interpretadas por Miguel Matamoros o Arsenio Rodríguez.
De igual forma, esta agrupación sonera ha compartido el escenario con cantantes de la talla de Rubén Blades y Cheo Feliciano, dos de los grandes exponentes de la salsa en el mundo.
Este año el Septeto Santiaguero, grupo nominado al Grammy Latino en 2011, colocó varias de sus canciones en las listas de éxitos de España, Estados Unidos, Brasil y Colombia.
Para su director, Fernando Dewar, ese lugar privilegiado se debe al éxito de su último CD Vamos pa la fiesta, disco promocionado en Europa como parte de un periplo por España, Alemania, Holanda, Francia, Suiza y Noruega.
El álbum fue producido por el sello español Picap, el mismo que sacó al mercado Oye mi son, ganador del premio Cubadisco 2011.
Vamos pa la fiesta fue el éxito que atrajo la atención de los organizadores de uno de los festivales más importantes del mundo, el Barranquijazz, explicó Dewar.
La reciente visita a Colombia demostró la buena acogida que tiene la música tradicional cubana no solo en Europa, sino en América, en tanto el son es capaz de trasformar y modernizar su sonoridad sin perder la esencia popular, capaz de captar y atesorar la riqueza de lo grande y lo permanente, añadió.