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«Los cuadritos están perdidos»

Radio Bemba

Esto, en el argot de los cubanos, quiere decir que de las shoping han desaparecido literalmente los cubitos de caldo con sabor a pollo, chorizo, costilla ahumada, vegetales y demás, que las amas de casa emplean profusamente para condimentar todo lo que se le ponga delante, desde una sopa hasta un potaje de frijoles colorados, y que por su relativamente bajo precio -0.10 o 0.15 CUC- dan más resultado, además de hacer más cómodo el trabajo de la cocina, que emplear una serie de condimentos naturales en los que a la larga se irán un montón de pesos si se adquieren por separado. Esto, en el argot de los cubanos, quiere decir que de las shoping han desaparecido literalmente los cubitos de caldo con sabor a pollo, chorizo, costilla ahumada, vegetales y demás, que las amas de casa emplean profusamente para condimentar todo lo que se le ponga delante, desde una sopa hasta un potaje de frijoles colorados, y que por su relativamente bajo precio -0.10 o 0.15 CUC- dan más resultado, además de hacer más cómodo el trabajo de la cocina, que emplear una serie de condimentos naturales en los que a la larga se irán un montón de pesos si se adquieren por separado.

Los comentarios son profusos, y mientras unos aseguran que el problema radica en que los productos de la marca Maggie ya no se venden en el país porque la empresa que los comercializaba «se fue porque no le pagaban lo que le debían», otros aseguran que «el contenedor que los trae está en el puerto pero no lo han sacado».

Y mientras, las amas de casa vagan de shoping en shoping a ver si sacan por fin los dichosos cuadritos.

Pero el desabastecimiento no se acaba ahí. Primero fueron las frazadas de piso, y de esa historia ya hemos hablado aquí. Ya han ido apareciendo en las tiendas porque, según dijeron los fabricantes, el problema era que no había entrado la materia prima, que venía del otro lado del mundo, pero ya llegó el barco, y a hacer frazadas se ha dicho, aunque los merolicos dedicados a revenderlas hicieron su zafra mientras la cosa se estabilizaba.

Y muchas mujeres, y hombres también, andan con los pelos de punta, porque los tintes están perdidos, y cuando aparecen, los colores no son los deseados.

Esto crea un serio problema existencial a algunos, en especial a las cincuentonas que quieren parecer de 30 y que se esconden las canas aunque tengan que dejar de comer para poder comprar un tinte.

Pero no son ellas solamente. José Gregorio, un médico que ya anda por los 65, tiene la rara teoría de que a los enfermos no les gusta ver viejos atendiéndolos, sino doctores jóvenes, y por eso desde tiempos inmemoriales se pinta el pelo de negro. Pero como ahora no hay tinte de ese color, corre el riesgo de tener que darse un rojo encendido o, como el mismo dice, parecer una cebra con la cabeza cubierta de mechones blancos y negros.

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