El Consejo de Estado de Cuba, a través de la cadena Palco, que dirige el renacido Abraham Maciques, va a empezar a gestionar directamente las instalaciones conocidas como casas de protocolo, situadas en el barrio de Siboney, al noroeste de La Habana, y el alquiler a empresarios extranjeros de locales y oficinas en la capital cubana. El Consejo de Estado de Cuba, a través de la cadena Palco, que dirige el renacido Abraham Maciques, va a empezar a gestionar directamente las instalaciones conocidas como casas de protocolo, situadas en el barrio de Siboney, al noroeste de La Habana, y el alquiler a empresarios extranjeros de locales y oficinas en la capital cubana.
La organización Palco, responsable del hotel del mismo nombre y el Palacio de Congresos, va a tomar el relevo en este negocio del holding Cubalse. Una organización que, hasta ahora, se encargaba de las tareas transferidas a Palco, como parte de la atención a las corporaciones internacionales y las delegaciones diplomáticas, con resultados satisfactorios. Por lo menos, según la clientela. Sin embargo, el Gobierno cubano no comparte esa opinión y, según se comenta en La Habana, procederá a desmantelar esta compañía. La estrategia parece consistir en seguir situando los buenos negocios en el ámbito de las Fuerzas Armadas.
Tal y como recuerdan algunos observadores, la participación del Ejército en la economía de la Isla comenzó en 1986, cuando en la URSS se desarrollaba la perestroika de Gorbachov. En aquel entonces, Raúl Castro impulsó el conocido como “Sistema de Perfeccionamiento Empresarial”, para hacer más eficientes las industrias militares estatales. Pero en 1989, al precipitarse el derrumbe del bloque comunista, el menor de los Castro promovió la creación de empresas para generar divisas. El plan consistió en capacitar como empresarios a altos oficiales del Ejército, que actualmente dirigen los sectores que, según cifras oficiales, aportan más del 80% de las exportaciones del país caribeño.
