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Crónicas habaneras

Para alegría de unos y lamento de otros, desde hace días en La Habana está chiflando el mono. Y CHIFLÓ EL MONO

Para alegría de unos y lamento de otros, desde hace días en La Habana está chiflando el mono.

En Cuba no hay monos, con excepción de los que viven en los zoológicos y de unos cuantos que hace años escaparon de su encierro y viven felices en las afueras de la capital creciendo y multiplicándose como Dios manda. Y que se sepa, ningún ejemplar ha aprendido todavía a chiflar.

Por eso, nadie sabe a ciencia cierta de donde ha salido esa frase con la cual todos sin excepción describen el momento en que los termómetros comienzan a descender por debajo de los 15 grados gracias al embate de los esporádicos frentes fríos que llegan durante el soleado invierno cubano.

Después de tres años en los que casi no hubo oportunidad de sacar los abrigos al aire, este invierno parecía que la cosa iba por el mismo camino, pues durante las fiestas de fin de año todo el mundo estuvo guaracheando en mangas de camisa y pasando la resaca con ventilador.

Pero enero ha hecho gala de ser uno de los meses más fríos y los meteorólogos anunciaron la llegada del frío casi con alegría. Y La Habana ha cambiado de cara, aunque solo sea por unos días.

Las grandes olas impulsadas por los frentes fríos barren el malecón de una punta a la otra, para satisfacción de algunos turistas que no se cansan de tomar fotos y de parejitas de enamorados, para quienes apretarse con la ropa empapada de agua salada calienta más que un abrigo de pieles.

Los que consideran a Cuba ‘un eterno verano‘, como dice la propaganda, andan de luto, porque no encuentran acotejo con tanta ropa encima, cometen el sacrilegio de olvidarse de la cotidiana ducha y no se les ocurre ni pensar en ir a la playa, uno de los pasatiempos favoritos de los cubanos.

En cambio, están de fiesta quienes tienen la oportunidad de variar su look forrados de la cabeza a los pies, con gorros, bufandas y hasta guantes incluidos, aunque con el sol de las dos de la tarde y sudando a chorros, se acuerden de que están en Cuba y no en Groenlandia. Y el frío hasta genera polémicas: Sus detractores dicen que en el verano, si tienes calor, “te das una ducha y ya”. Sus partidarios aseguran que en el invierno “se piensa con la mente más fresca y hasta se viaja mejor en las guaguas”.

Pero todos son conscientes de que el mono no va a chiflar por mucho tiempo, así que mientras unos aprovechan para lucir en pocos días cuanto abrigo y bufanda tienen a mano, otros aguardan con paciencia para meterse sin temblar bajo la ducha.

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