Los supuestos nuevos intentos de realizar reformas tanto en lo económico como en lo social que, al menos desde el puro nominalismo, habrían realizado los componentes de veterana cúpula habanera, chocan desde hace tiempo con el parón manifiesto que experimentan tanto el tejido productivo cubano, como la propia sociedad de la Isla. Los supuestos nuevos intentos de realizar reformas tanto en lo económico como en lo social que, al menos desde el puro nominalismo, habrían realizado los componentes de veterana cúpula habanera, chocan desde hace tiempo con el parón manifiesto que experimentan tanto el tejido productivo cubano, como la propia sociedad de la Isla. Una realidad perceptible para las miradas desapasionadas y libres de filtros partidistas de cualquier signo, cuyos propietarios sólo saquen conclusiones desde la visión más objetiva de lo que acontece en el día a día. Y la distancia entre el presunto deseo de la dirigencia y la vida cotidiana de los cubanos de a pie pone de manifiesto el divorcio entre esas políticas enunciativas y su puesta en marcha, que se traduce en muy pocos avances concretos y, por lo mismo, en el aumento de la desesperanza de una mayoría cada vez menos silenciosa. La misma que lleva demasiado tiempo en tránsito por un túnel oscuro sin percibir ni el más mínimo atisbo de una posible luz que indique un camino de salida.
Mientras tanto, los analistas ‘bienpensantes‘ explican que sí, que la élite y el círculo más cercano al poder quieren cambios y los impulsan con fuerza, pero el proceso tropieza una y otra vez en un escalón intermedio que se resiste a la mutación. Ya sea por incomprensión, por ceguera ante el futuro o, además de todo eso, por la existencia de un buen cúmulo de intereses creados que actúan como freno ante cualquier posibilidad de que se plantee de avanzar en el proceso de reformas.
A pesar de ello, también hay que admitir que, de vez en cuando, aparecen algunas esperanzas, no demasiado espectaculares, basadas en avances de ciertas relaciones exteriores que pueden suponer, si se concretan, la solución de algunos problemas acuciantes. Por ejemplo, se habla de un posible acuerdo de cooperación con la Unión Europea (UE) que no variaría la polémica Posición Común que tanto disgusta al Gobierno cubano, pero que, de concretarse, podría aportar algunos fondos inesperados que, en cualquier caso, no vendrían mal.
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