Coincidiendo con la celebración de la Sesión Ordinaria de la Asamblea Nacional del Poder Popular (el Parlamento cubano, según dicen sus miembros), La Habana ha anunciado un nuevo plan que amplia a más sectores la figura de las cooperativas privadas que, hasta ahora, estaba reservada a los trabajadores agrícolas. Coincidiendo con la celebración de la Sesión Ordinaria de la Asamblea Nacional del Poder Popular (el Parlamento cubano, según dicen sus miembros), La Habana ha anunciado un nuevo plan que amplia a más sectores la figura de las cooperativas privadas que, hasta ahora, estaba reservada a los trabajadores agrícolas. Es cierto que faltan los detalles y los correspondientes desarrollos reglamentarios de la iniciativa y puede ser pronto para hacer una valoración correcta de lo que quiza suponga esa medida como elemento dinamizador del depauperado e ineficiente tejido productivo de la Isla. Aún así, y con todas las reservas y las cautelas necesarias en casos como este, no puede negarse que se trata, en principio, de un paso adelante en la liberalización económica y la concreción de una reforma muchas veces insinuada que no había sido hecha oficial hasta ahora.
Pero, de momento, en este proyecto hay también dos grandes cuestiones pendientes que, por otra parte, se mantienen así desde hace tiempo y condicionan seriamente cualquier posibilidad de que las reformas tengan el resultado que, teóricamente, al menos, parecen buscar las autoridades habaneras. En primer lugar, falta un mercado mayorista que funcione y que asegure a los incipientes negocios privados los suministros que necesitan para producir. Y la importancia de este elemento es capital sin que pueda considerarse como tal la estructura actual que ni funciona, ni está nutrida, ni es todo lo eficiente que tendría que ser para asegurar que quienes quieran hacer su trabajo puedan hacerlo, de verdad. Y no es el único obstáculo. Hay otro espinoso problema que solucionar con rapidez: el acceso al crédito. Las iniciativas tomadas al respecto hasta ahora han sido limitadas, cortas y no sirven para que los ‘emprendedores cubanos’, esos aguerridos ‘cuentapropistas’ que deben crear empleo, dispongan de la financiación que necesitan para convertir en realidad esas ideas que han tenido para contribuir a generar riqueza.
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