En declaraciones a Prensa Latina, el doctor en Ciencias Económicas, Jaime Fuchs, ha asegurado que resulta necesario que los expertos energéticos mundiales realicen un debate transparente sobre el posible impacto que puede tener en la economía global la generación del uso de biocombustibles. En declaraciones a Prensa Latina, el doctor en Ciencias Económicas, Jaime Fuchs, ha asegurado que resulta necesario que los expertos energéticos mundiales realicen un debate transparente sobre el posible impacto que puede tener en la economía global la generación del uso de biocombustibles. Para Fuchs, la simple idea de utilizar alimentos para generar energía es un planteamiento erróneo. Además este experto pone en duda que esta opción pueda solucionar en realidad los problemas con los que se enfrenta la humanidad como consecuencia del aumento de la demanda de energía y el agotamiento paulatino de los combustibles fósiles. En su opinión, habría llegado el momento de realizar una profunda revisión de los modelos vigentes.
-Usted ha propuesto que el próximo Foro de la Globalización analice el impacto de los biocombustibles. ¿Cuál es su propósito?
-En mi opinión, probablemente, el tema que más debe preocupar hoy a la población en el mundo es el nuevo e inquietante escenario que se perfila como consecuencia de la introducción de los biocombustibles y, por eso propongo que en el Foro de la Globalización que se celebrará en La Habana este año, entre los días 3 y 7 del próximo mes de marzo, analicemos a fondo la situación que se está creando a partir de esa idea, ahora dominante, de generalizar su uso. Yo creo que en la coyuntura actual resulta conveniente que quienes estamos realmente preocupados por los problemas que se plantean ya al respecto abordemos con rigor el tema. El debate que planteo debe servir para conseguir desenmascarar todo lo que se mueve detrás de esta opción que planea elaborar energía con alimentos. Hay que mostrar el verdadero peligro latente, del cuál estamos sólo en el umbra todavía, enmascarado en la imagen falsa de que vamos a lograr hacer una energía renovable y no contaminante, a partir de estos materiales biológicos.
-¿Puede aportarnos algún peligro que ya sea perceptible para la población mundial?
-Hay ejemplos. En el Cono Sur de este subcontinente está la llamada Cuenca del Plata que comprende Argentina, el sur de Brasil, Uruguay y parte de Paraguay, y que es la más rica de esta zona en tierras aptas para cultivo, y posee también una elevada biodiversidad y recursos acuíferos suficientes. Según algunos estudios realizados recientemente por expertos estadounidenses, en ese territorio hay entre 300 y 400 millones de hectáreas aptas para realizar cultivos a pleno rendimiento. Los agricultores de Argentina sólo aprovechan en este área el 20% del potencial de que disponen. Por ése motivo, desde EEUU se compran tierras en la zona, lo que supone un enorme peligro, porque estos productores avanzan, como muestra que en Argentina se estén construyendo ahora, al menos 30 plantas para producir el llamado biodiesel. Y este es un tema que, en mi opinión, no se debe dejar pasar y hay que alertar, advertir sobre lo que realmente pasa, que nos están vendiendo un nuevo chupete, un nuevo dulce, para desviar la atención de la crisis, de los problemas de la guerra que estamos viviendo.
-¿Cómo cree usted, entonces, que debe combatirse esta posible amenaza para el bienestar de la población mundial?
-Para enfrentarse a esta amenaza hay que levantar las banderas de la revolución energética, de la verdadera revolución energética. Porque la revolución energética no es, desde luego, sólo el concepto simplón de cambiar unas bombillas por otras de menor consumo, con el que algunos sectores interesados intentan minimizar este asunto mediante mensajes diseminados en determinados medios para manipular a la opinión pública. Lo que hay que hacer es cambiar todo el sistema actual de producción, mediante más utilización de la energía hidroeléctrica, el aire y los otros recursos renovables. Y hay que denunciar los actuales patrones de consumo. En los últimos dos años, sólo en Buenos Aires se ha aumentado en más de un millón y medio el número de automóviles en circulación. Eso es insostenible por completo. Más aún si la idea es que para mantener esos vehículos en activo bastaría con producir biocombustibles. Producir más biocombustibles significa, en realidad, que habrá menos soja, menos maíz y menos trigo, o sea, menos alimentos para los seres humanos.
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Jaime FUCHS Doctor en Ciencias Económicas
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