Ya ha pasado un trimestre desde que Raúl Castro anunció la gran reestructuración de plantilla a la que será sometida Cuba en los próximos meses con el objetivo de que los trabajadores excedentes del sector público nutran la nueva y refulgente economía privada que debe nacer en la Isla. Ya ha pasado un trimestre desde que Raúl Castro anunció la gran reestructuración de plantilla a la que será sometida Cuba en los próximos meses con el objetivo de que los trabajadores excedentes del sector público nutran la nueva y refulgente economía privada que debe nacer en la Isla. Y, de momento, no se conoce despido alguno. Quizá los haya habido, pero ni se sabe dónde, ni cuándo, ni, por supuesto cómo. Ahora, el presidente de la mayor de las Antillas ha recordado a la afición que no conviene apresurarse. Está claro que, una vez más, la impronta caribeña se ha impuesto en esta extraña supervivencia del socialismo en el poder, o del poder en el socialismo, o quizá sólo del poder de algunos dirigentes que se dicen socialistas pero fueron capaces de anunciar despidos en unas condiciones que ni el ‘tea party‘ se hubiera atrevido a insinuar en EEUU, ni los más furiosos ‘neocones‘ mundiales han llegado a soñar en sus estrategias de desmontaje del estado más elaboradas y utópicas.
Raúl habrá decepcionado con su llamada a la calma de ahora a los heraldos de la catástrofe, pero muchos otros analistas ya habían advertido de que antes del congreso del ‘harakiri‘ comunista no era muy probable que se produjesen situaciones dramáticas. Y así, por ahora, lo único que trasciende de la reforma en marcha es como cada semana un par de centenares de nuevos cuentapropistas solicitan su licencia y también que debe existir algún escape en la crisis financiera mundial por el que se fuga alguna liquidez que sirve para solucionar algunas angustias que aquejaban a la economía cubana.
Y para terminar, animamos a nuestros lectores a que reflexionen sobre cuatro noticias de actualidad sin más relación entre sí que el hecho de que se han producido todas en la misma semana: la condena a quince años del contratista estadounidense Alan Gross, por un tribunal cuyas sentencias permiten apelaciones; la apertura de otros ocho aeropuertos estadounidenses a los vuelos con destino a la Isla; la devaluación del peso convertible para establecer la paridad con el dólar y la liberación de Oscar Biset.
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