Desde agosto de 2024 la población cubana convive con cortes que, en algunas provincias, alcanzan hasta 20 horas diarias. Las viejas centrales termoeléctricas—ocho de las veinte unidades están fuera de servicio— y la escasez de gasolina y diésel han llevado al sistema a su peor momento en décadas, alimentando el descontento social y frenando la recuperación económica.
La UNE prevé un déficit récord de 1.545 MW, obligando a desconectar 1.615 MW para evitar un colapso mayor del sistema
Una demanda que supera a oferta
Durante la tarde-noche de este domingo, la UNE solo podrá aportar 1.855 MW a la red nacional frente a una demanda estimada de 3.400 MW. La consecuencia inmediata es un apagón simultáneo que afectará al 47 % del país. Expertos advierten de que las cifras reales podrían superar las previsiones oficiales.
Termoeléctricas obsoletas y falta de combustible
Las principales plantas llevan décadas de explotación con mínimos programas de mantenimiento e inversión. La falta de divisas impide importar combustible suficiente para los motores de generación distribuida, profundizando una dependencia energética cada vez más crítica.
Impacto económico y social
Los cortes interrumpen cadenas productivas, encarecen los costes operativos y reducen la calidad de vida. En ciudades como Santiago de Cuba y Holguín, los vecinos registran hasta 20 horas sin electricidad diarias, mientras que en La Habana los cortes rondan las cinco horas.
Los apagones han detonado protestas masivas en 2021, 2022 y 2024, y la tensión social continúa en aumento
Protestas encendidas por la crisis
Históricamente, los cortes han sido el detonante de movilizaciones como las del 11-J en 2021, los disturbios de agosto de 2022 o las manifestaciones de marzo de 2024 en Santiago de Cuba. Analistas temen un repunte de la protesta si la situación no mejora en las próximas semanas.