La situación energética en Cuba se ha vuelto crítica. La falta de combustible ha llevado al colapso de decenas de plantas eléctricas, ha disparado los precios del gas licuado en el mercado negro y ha provocado largas filas en las gasolineras. En este escenario, el Gobierno ha decidido tomar una postura más dura frente al robo de combustible, una práctica que, según las autoridades, está agravando la crisis y podría constituir incluso un acto de sabotaje.
Durante una reunión gubernamental sobre prevención y enfrentamiento de delitos, el primer ministro Manuel Marrero subrayó la gravedad del problema. “No es posible que hoy el país tenga un déficit en capacidades de generación eléctrica por falta de combustibles, y a la vez permitamos su robo”, afirmó con contundencia.
El mandatario alertó que, debido al contexto actual, algunos de estos delitos deben analizarse bajo una óptica más estricta, llegando incluso a considerarse sabotaje por el daño que provocan en un sistema energético ya debilitado.
La escasez de crudo en el país ha obligado a redirigir la mayoría del combustible disponible hacia la generación eléctrica, haciendo que cualquier pérdida adicional comprometa aún más la estabilidad del sistema.
El Gobierno cubano considera que la crisis energética requiere respuestas urgentes frente a actos ilícitos como el desvío de combustibles
Leisy Hernández González, directora de la Oficina Nacional para el Control del Uso Racional de la Energía, reveló que el robo de combustible ha aumentado en las estaciones de servicio, y también en el expendio de cilindros de gas licuado, esenciales para cocinar en los hogares cubanos.
Este tipo de gas ha tenido un suministro irregular durante todo el año, lo que ha favorecido su circulación en el mercado negro, donde su precio se ha disparado debido a la alta demanda.
El robo de gas licuado afecta directamente a miles de familias que dependen de este recurso para cocinar
Según datos de la Unión Eléctrica de Cuba, actualmente 87 centrales energéticas están afectadas por la falta de combustible. Esta situación ha generado cortes frecuentes de electricidad en varias zonas del país, elevando el malestar social.
Además, los problemas en la distribución de gasolina y petróleo están afectando gravemente al transporte público, generando largas filas en las gasolineras y provocando retrasos en los desplazamientos diarios de la población.
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