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La Habana exporta silencio a la comunidad internacional

En 15 días...

A los conocedores habituales de los entresijos del poder habanero les sorprende en los últimos días el escaso ruido mediático que provoca Cuba en los medios de comunicación internacionales. A los conocedores habituales de los entresijos del poder habanero les sorprende en los últimos días el escaso ruido mediático que provoca Cuba en los medios de comunicación internacionales. Ahora lo que exporta La Habana, dicen algunos, es puro silencio. O, en ocasiones, mensajes cifrados que llegan a muy pocos receptores y se mueven en canales apenas perceptibles para una minoría muy selecta. Por lo común estadounidense. O cuando menos angloparlante. Pero fuera de estas andanadas informativas aisladas que no llegan, como ya hemos explicado, al común de los mortales, hace semanas que la Isla vive en una suerte de ensimismamiento interior que, según explican algunas lenguas muy afiladas -y no siempre bien informadas, por cierto- transmite una cierta impresión de que en la cúpula del poder cubano, reducida y veterana, como es, se juegan algunos juegos, quizá trascendentes, pero que tienen que realizarse más bien rodeados de una dosis de discreción y confidencialidad nada despreciable.

¿A qué se refieren, en realidad los teóricos de semejante dislate? Pues, en la versión que lanzan a los cuatro vientos estos analistas de salón aún hay más posicionamientos extraños. De hecho, se atreven a explicar después que de lo que quizá se trate sea del reparto previo de la herencia económica que tiene que quedar fijado, antes de que nadie tome cualquier otro tipo de iniciativa. Y esa distribución se produce en áreas en las que la corrupción se ha convertido en algo habitual, como saben todos los cubanos, desde el presidente Raúl Castro hasta el último habanero. Y, en esas confrontaciones sordas, se producen víctimas en los dos bandos en disputa. Son lances de incierto final en los que, sin embargo, se dibuja el futuro del poder económico en Cuba, que será la referencia para la siguiente generación que habite el país.

La novela, como se ve está muy bien servida, sobre todo porque en los increíbles perfiles de esta narración alucinada puede encontrarse una explicación, sin duda falsa, de lo que quizá este sucediendo en esas alturas habaneras de las que apenas salen mensajes en los últimos tiempos. Y quizá gracias a ese silencio inesperado se abona el terreno para todas las especulaciones.

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