Desde el malecón
“Los viejos desconfían de los jóvenes porque ellos también fueron jóvenes”.
Ni falta que hacía. Aun siendo hipotéticamente invitado porque sin ser poeta ni pretenderlo, escribí un pésimo poema de amor bélico en la envoltura de una cajetilla de cigarros Habana 68 en el desierto de Ogaden, a la débil luz de un equipo de exploración en plena guerra de Etiopía, y que la revista Verde Olivo, del ejército, me hizo el favor de comentar y alentarme, hubiera declinado de la manera más decente posible la invitación con el ruego de que mi lugar lo ocupase un joven.