Un juzgado de la Florida ha vuelto a dejar la puerta abierta a la posible aprobación de una excepción cultural del embargo que EEUU mantiene sobre Cuba. Un juzgado de la Florida ha vuelto a dejar la puerta abierta a la posible aprobación de una excepción cultural del embargo que EEUU mantiene sobre Cuba. La sala en cuestión ha decidido eliminar, a través de una sentencia, la restricción impuesta a los intercambios académicos de las universidades estatales de la Florida a las naciones consideradas por EEUU como «patrocinadoras del terrorismo». El fallo marca un punto y aparte al aclarar que los viajes estarán permitidos siempre y cuando sean pagados con inversión privada. La posibilidad, cada vez más factible, de que un nuevo presidente de EEUU apruebe una excepción cultural en el embargo han vuelto a encender las alarmas en los entornos de quienes aspiran a explotar no sólo las ventajas académicas de la Isla, sino también la inmensa mina de oro que supondrá el negocio de sus sonidos. Productores tan conocidos como Emilio Estefan o Tommy Mottola, preparan su estrategia para que su pasada relación con el anticastrismo no les impida conseguir su parte en la explotación de derechos de autor, los porcentajes sobre giras y, en fin, la lluvia de dólares que se prevé en el mismo momento que la política deje de ser un obstáculo para que la música de Cuba campe con libertad en EEUU. En la actualidad ya existen estudios de grabación equipados con los mismos medios técnicos que las grandes salas de grabación internacionales y muchos artistas han acumulado numerosos éxitos en todo el mundo sin tener que exiliarse. En las grandes discográficas estadounidenses, que ya han distribuido música hecha en la Isla a través de sus subsidiarias en distintos países del mundo, se empieza a pensar que se puede negociar con los artistas cubanos y sus representantes sin necesidad de los tradicionales intermediarios de Florida. Para que esta asociación comenzara a funcionar, no haría falta un levantamiento total del embargo. Bastaría con que las leyes estadounidenses establecieran una excepción en lo referente a los intercambios culturales.



