Hay quienes dicen a la tremenda que es una manifestación contra el gobierno; otros aseguran que es moda, y algunos lo ven como “lo máximo” del mal gusto, pero lo cierto es que en La Habana, proliferan las banderas estadounidenses. Hay quienes dicen a la tremenda que es una manifestación contra el Gobierno; otros aseguran que es moda, y algunos lo ven como “lo máximo” del mal gusto, pero lo cierto es que en La Habana, proliferan las banderas estadounidenses. O, más bien, todo tipo de prendas con las barras y las estrellas. Se trata –afirman- de un fenómeno muy anterior al anuncio del restablecimiento de relaciones diplomáticas.
Lo comprobamos al salir a la calle: Primero, encontramos al cartero del barrio con su uniforme de Comunicaciones y un pañuelo-bandera para proteger su calva del sol. Minutos después, abordamos un almendrón que llevaba dos banderitas de Cuba y Estados Unidos flameando juntas. Unas cuadras más adelante, el chófer detuvo el carro en seco y le espetó un “¡Niña, con esa bandera necesitas un asta bien dura!” a una mulata de enormes nalgas metidas en unos estrechos pantalones de barras y estrellas. Y así…
Si el asunto tiene matiz político las autoridades parecen haberlo asumido a la ligera. Muchos jóvenes afirman que es moda y punto, porque “no son solo banderas americanas, las hay de todas partes”. Algunos hasta lamentan que en las tiendas no se vendan camisetas u otras prendas con la enseña nacional.
Y hay quienes incluso miran con lástima la bandera de Estados Unidos encasquetada en las partes más insospechadas del cuerpo, y repiten una frase casi secular: “A mí me enseñaron desde niño que la bandera hay que respetarla, sea de donde sea”.
